Foto: Archivo/RHC.
Por: Frank Agüero Gómez
La Habana, 18 oct (RHC) Al caracterizar a dos de sus mejores jefes, Ernesto Che Guevara y Camilo Cienfuegos, ambos integrantes de la expedición del Granma, Fidel Castro explicaba:
"Camilo, menos intelectual que el Che, pero también muy valiente, un jefe eminente, muy audaz, muy humano. Los dos se respetaban y se querían mucho. Camilo se había destacado, estaba en la tropa del Che, hizo incursiones al llano, empezó a crear una leyenda en situaciones de combate muy difíciles".
Por su audaz desempeño y virtudes combativas, Fidel Castro nombra al médico argentino con el grado máximo de Comandante, le da misiones que cumple exitosamente, al igual que Camilo, hasta entonces jefe de la vanguardia.
Pocos meses antes, los Comandantes Raúl Castro y Juan Almeida Bosque salían al frente de sus respectivas columnas, hacia el norte y sureste del ancho territorio de la provincia más montañosa, con las misiones de abrir otros dos bastiones guerrilleros: el II Frente Oriental Frank País García y el III Frente Oriental Doctor Mario Muñoz Monroy.
Todos los combatientes fundadores de esas nuevas unidades de combate salieron de la Columna Uno, escuela y fragua de valerosos oficiales.
Similitudes y diferencias
Che constituía un ejemplo, tenía mucha moral y ascendencia sobre la tropa, opinaba Fidel Castro, quien lo consideraba desde entonces como "un modelo de hombre. Él era ya un teórico, un hombre desinteresado, con todo tipo de iniciativas".
Su jefe le admiraba la audacia, pero le criticaba el exceso que lo llevaba a sobrecargarse y a subestimar el riesgo. Cuando podía eludir un combate no lo hacía. En eso se diferenciaba de Camilo, modelo de guerrillero, según el propio argentino, capaz de saber cuándo y dónde actuar intuyendo el peligro, tuteándolo.
El Che no habría salido vivo en esa guerra si no se ejerce ese control sobre su audacia y su disposición temeraria, afirmó Fidel. Por eso, cuando viene la ofensiva final del enemigo, ni Camilo ni Che, tampoco Raúl y Almeida están en la primera línea de combate, aunque el Comandante en Jefe les asigna distintas misiones.
En carta a su mentor, el 24 de abril de 1958, Camilo lo felicita por la encomienda de Fidel Castro de que se ponga al frente de la escuela de reclutas, en Minas del Frío, pues, asegura, de allí saldrán "futuros soldados de primera". Elogia su papel en la etapa inicial de la contienda y vaticina que más necesario será "cuando la guerra termine por lo tanto bien hace el Gigante" (se refiere al Comandante en Jefe).Le invoca: "Che, hermano del alma, cuidarte".
Camilo reconoce y agradece a quien fuera su jefe "y siempre lo seguirá siendo", y le confiesa: "gracias a ti tengo la oportunidad de ser ahora más útil, haré lo indecible por no hacerte quedar mal".
Termina esa carta con una original despedida: "Tu eterno chicharrón, Camilo".
Al valorar el rol que desempeñaron Che y Camilo en la derrota de la ofensiva y el desarrollo de la contraofensiva estratégica, Fidel destaca que ellos "cumplieron cabalmente con su papel de ser mis principales lugartenientes en distintos momentos".
Pocas semanas después, ambos jefes emprenderían la reedición de la invasión de la Guerra de Independencia contra España hacia el occidente del país, una verdadera hazaña de sacrificio y heroísmo, en época de modernos medios de guerra terrestres y aéreos, reflejada en los diarios y libros que rememoran esa epopeya.
En territorio villareño, la experiencia de los dos legendarios jefes, carisma y sincera amistad, contribuyó a lograr la unidad con las otras fuerzas revolucionarias que operaban en ese escenario, a la realización de acciones conjuntas e impedir el paso de refuerzos de la tiranía hacia el asediado territorio oriental. (Fuente: Prensa Latina)