Sin miramientos de comodidades y títulos, cuando estalló la contienda del 68, Salvador Cisneros Betancourt se incorporó a la Revolución. Foto: Archivo/RHC.

Por: Iraida Rodríguez Calzadilla

La Habana, 10 feb (RHC) Sin miramientos de comodidades y títulos, cuando estalló la contienda del 68, Salvador Cisneros Betancourt se incorporó a la Revolución.

Nacido el 10 de febrero de 1828 en cuna aristocrática camagüeyana, fue el marqués que con alma y puño de mambí alcanzó la designación de presidente de la República en Armas durante las dos contiendas y, luego, miembro de la Convención Constituyente de mil novecientos uno.

Salvador Cisneros Betancourt se negó a firmar la Constitución por el apéndice de la Enmienda Platt; el Diario de Sesiones del Senado registra que declaró haber dicho que no, porque “he sido, soy y seré siempre antiplattista, y, por consiguiente, no aceptaré cosa alguna que perjudique a Cuba”.

Y agregó: “Creo que las carboneras perjudican grandemente a la República de Cuba, y que son, además, inconstitucionales”.

Ni reformismo ni anexionismo

Salvador Cisneros Betancourt poco después del Grito de Yara se lanzó a la manigua insurrecta junto a los hombres camagüeyanos, y tuvo una larga lista de servicios hasta su muerte en 1914.

Quien heredera de su padre el título nobiliario de Segundo Marqués de Santa Lucía, nunca dio espacio al reformismo ni al anexionismo, y se opuso a la ocupación militar yanqui cuando era ya un venerable anciano.

Único cubano en ser presidente de la República en Armas en dos ocasiones, su posición revolucionaria estuvo presente en el enfrentamiento a Estrada Palma, a los yanquis, al Tratado de Reciprocidad, al Convenio de arrendamiento de las bases navales y a la Enmienda Platt.

Salvador Cisneros Betancourt sobre ese último engendro llamó a que se rechazara terminantemente, sin entrar a discutirlo. Estuvo entre los once votos en contra de la ley.