La acción armada del Directorio Revolucionario, encabezada por José Antonio Echeverría, tenía como objetivo
el ajusticiamiento del tirano Batista, en el Palacio Presidencial. Foto: Rogelio Arias
En horas de la tarde del 8 de mayo de 1955, José Antonio Echeverría y Fructuoso Rodríguez, entre otros dirigentes de la FEU, habían estado en el Morrillo para rendir tributo a Antonio Guiteras y Carlos Aponte en el aniversario 20 de su caída.
El joven cardenense ya era, por entonces, la figura principal del movimiento estudiantil, y a los guardias de la tiranía les debió fastidiar que el Presidente de la FEU estuviera en Matanzas.
Pese al tenso ambiente y al alto número de policías ubicados en el lugar, no hubo pelea ni enfrentamientos en el obelisco que señala el sitio donde fueron ultimados los dos luchadores antimperialistas.
Sin contratiempos, José Antonio y sus compañeros depositaron la ofrenda floral que habían traído, y se dirigieron a la ciudad.
Cerca de las ocho de la noche, decenas de jóvenes, con José Antonio al frente, se congregaron en la escalinata del Instituto de Segunda Enseñanza, donde proseguiría el homenaje a Guiteras y Aponte, cuya memoria no dejarían morir entre el estudiantado.
José Antonio Echeverría (centro), Juan Pedro Carbó y otros compañeros en una manifestación contra la tiranía
de Fulgencio Batista, la que combatieron sin cuartel e incluso al precio de sus vidas. Foto: Archivo de Granma
El veterano revolucionario matancero, Justino Baró Isasi, testigo del episodio, relata que, al ver descender aparatosamente a varios policías de las perseguidoras, Echeverría guardó su reloj, el juego de plumas que portaba, y se remangó las mangas de la camisa.
El gesto era obvio: sentirse cómodo y dejar sus brazos más libres, señal que indicaba aprestarse a una pelea posible.
En la acalorada discusión, Alberto Triana Calvet, inspector jefe de la policía, conminó al líder estudiantil para que entregara los micrófonos y los altoparlantes que serían colocados en el recinto para la recordación. Nadie imaginaba el alcance del altercado. En medio de la verborrea arrogante del militar, y ante el asombro de los presentes, José Antonio estampó una bofetada a Triana Calvet.
A continuación, inició una riña tumultuaria que se extendió por varios minutos, rememora Baró Isasi. Detalla que, a puño limpio, los estudiantes repelieron la embestida de la fuerza policial batistiana.
Continuos disparos al aire dispersaron a los estudiantes, contó el ya desaparecido Rodolfo Navarro Blanco, participante en el suceso.
En el forcejeo, varios estudiantes resultaron heridos y José Antonio sufrió fractura en un brazo. Los lesionados fueron apresados y liberados luego, ante el reclamo mediante huelgas del alumnado.
El episodio tuvo amplia repercusión en medios locales y nacionales, afirma el doctor en Ciencias Históricas Arnaldo Jiménez de la Cal.
Dos años después, con 24 años, José Antonio Echeverría cayó en las acciones del 13 de marzo de 1957, dirigidas por él, que tomaron Radio Reloj y asaltaron el Palacio Presidencial.
Como Guiteras y Aponte, el líder estudiantil cardenense cayó en desigual combate. Ese día derrochó su bravura, sin miedo al peligro grave, como aquel 8 de mayo de 1955, cuando abofeteó al esbirro.
(Tomado de Granma)