Por Pietro Fiocchi*
La historia ya te ha absuelto. Y también se disculpó. El pueblo nunca ha tenido dudas: has hecho justicia a la dignidad humana. A ella dedicaste toda tu vida, toda tu pasión, empeño y constancia de que es capaz un ser humano.
Aunque es cierto que no fuiste un ser humano corriente. Fuiste un profeta secular, acompañado en tu misión por los tuyos, los inolvidables Ernesto Guevara, Camilo Cienfuegos y tu hermano pequeño Raúl, genio del arte militar y refinado estratega de la política exterior cubana, un gigante de la República de muy elegante sobriedad.
Cuando pensamos en ti, con un mínimo de honestidad intelectual y empatía humana, no podemos separarte de la gratitud, por el ejemplo concreto que tú mismo representas, en primer lugar para tus compatriotas y para pueblos enteros oprimidos del pasado y del presente.
No podemos disociarte de personalidades que han sido algunas de tus amistades más profundas, como el premio Nobel de la Paz Nelson Mandela, incluso cuando fue encarcelado por ser considerado un criminal, un terrorista.
Tú, Fidel, no tuviste que esperar hasta que fuera proclamado formalmente campeón mundial de la paz para expresar tu admiración y respeto por Mandela, demostraste que eres muy diferente en estilo y esencia a los demás, a las otras importantes figuras del foro político mundial, los amigos de Mandela de última hora, los que acudieron en masa a la foto con la estrella.
Luego está tu amigo fraterno Gabriel García Márquez, premio Nobel de literatura, que ha deleitado a generaciones en todos los rincones del planeta con sus palabras. Y que hubiera dado su vida por ti.
Y aún están los papas de Roma, jefes de estado del Vaticano, desde el poderoso Juan Pablo II hasta el amado Papa Francisco. Te vimos sinceramente conmovido y respetuoso en tus encuentros con ellos.
El viento está cambiando, Fidel. El mundo, desde la gente corriente hasta los más altos representantes institucionales, está diciendo en voz alta que el bloqueo infligido a Cuba durante sesenta años es un horror inhumano, una bestialidad.
Más allá de todos los aspectos legales y políticos en este sentido, los acontecimientos sugieren que el poder de las ideas nobles vence y vencerá al poder ciego del odio. Es solo cuestión de tiempo. Y el tiempo es un juez imparcial y progresista.
En tu pequeña gran isla eres como esos héroes nuestros del Resurgimiento italiano, a quienes las autoridades austriacas consideraban peligrosos criminales, terroristas, que mataban o encarcelaban.
Esos mismos patriotas, empezando por Giuseppe Mazzini, que hoy dan nombre a las escuelas y plazas más bellas de nuestra Italia.
Has sido y seguirás siendo un testimonio vivo para quienes no se rinden ante la mediocridad impuesta, para quienes creen en la justicia social y el progreso, para quienes arden de pasión por una vida vivida como un ser humano digno de ese nombre.
¡Gracias y feliz cumpleaños!
*Periodista italiano especializado en estudios internacionales y diplomáticos. Miembro del Partido Comunista de Italia. Licenciado en Ciencias políticas. Máster en traducción de lengua rusa.