El número 707 de la calle 11 en el Vedado habanero quedó inaugurado oficialmente este jueves en la noche. Foto: Cortesía Centro Fidel Castro Ruz
Dicen que luego de sugerir varias opciones Eusebio Leal dijo: “Ese es el lugar”. No le quedaba ninguna duda al hombre que se ponía triste si no hablaba con Fidel. La casa que alguna vez perteneció a un capitán de la Guerra de 1895, se convertiría, más de un siglo después, en el Centro Fidel Castro Ruz.
El número 707 de la calle 11 en el Vedado habanero quedó inaugurado oficialmente este jueves en la noche, como institución pública dedicada a estudiar y difundir el pensamiento, la obra y la vida de Fidel. Desde Paseo, avenida por la que bajaba y subía constantemente, es posible observar el inmueble que guarda plantas y piedras de la Sierra Maestra, el jeep con el que el Comandante se movía por toda la Isla y las botas y los prismáticos que usaba cuando luchaba por la Revolución.
La construcción, detrás de la cual estuvo Eusebio y la Oficina del Historiador de La Habana, con sus ingenieros y arquitectos, comenzó en septiembre de 2018. Sus paredes guardan la colaboración de Carlos Alberto Cremata, Abel Prieto e Ignacio Ramonet, entre otros, quienes forman parte del grupo de personalidades y especialistas que prepararon al personal que trabajará en el Centro.
Diseñado con varias salas, anfiteatro, librería, jardines y áreas interactivas, cada piedra cuenta la historia de Fidel. Los techos se asemejan al Cuartel Moncada y a las lomas de la Sierra, la tierra -dijo el expresidente de Uruguay Pepe Mujica- donde, “con el mismo golpe de la metralla y la bandera ondeando en el campamento” se forjó una leyenda.
De las desembocaduras de los ríos La Plata y Carpintero vinieron las rocas que dan forma al salto de agua que divide a los jardines. Más de 161 especies y 11 000 plantas traídas de todo el país, algunas de ellas en peligro de extinción, y muchas de ellas vinculadas con la historia de la Revolución, los países amigos y aquellos proyectos agroecológicos que Fidel emprendió en sus últimos años, forman los exteriores de la edificación.
Enfocado principalmente en los niños, adolescentes y jóvenes, fueron ellos de los primeros en ser consultados durante la construcción. Dicen que cuando les preguntaron cómo querían que fuera la biblioteca, respondieron que como la de Hogwarts en Harry Potter. El espacio de dos pisos terminó cumpliendo el deseo de los pequeños, equipado con moderna tecnología y diseñado a partir de las bibliotecas donde estudiara Fidel.
La primera planta, totalmente virtual, se enlaza con la segunda mediante una escalera de madera que guardará en su espalda los nombres tallados de libros que leyera el líder cubano. La segunda recoge en sus paredes fotos junto a escritores como el Gabo, quien le regaló una copia de Drácula, que provocó que Fidel no durmiera en toda la noche; y Hemingway, su escritor norteamericano favorito, y cuyo libro “Por quién doblan las campanas” le ayudó a elaborar tácticas para luchar contra el ejército de Batista.
Cuentan en el centro ―según recuerdos de Katiuska Blanco― que Fidel era muy celoso de sus libros, prestaba uno y a los dos días ya lo estaba pidiendo de vuelta. “Un buen libro puede quitarme el sueño”, se lee justo antes de una foto de Fidel leyendo en la Sierra. A la entrada, una puerta tallada en madera anuncia los elementos que exhibe la biblioteca (entrevistas, manuscritos, libros, etc.).
El Centro cuenta, además, con un departamento editorial, un taller gráfico, un sistema de publicaciones y una dirección de investigaciones la cual, bajo la coordinación de Blanco, selecciona las obras completas de Fidel para ser publicadas. A día de hoy ya han sido digitalizadas en la institución más de 40 000 imágenes.
Nueve salas expositivas muestran la historia de Cuba, desde 1926 hasta nuestros días, contada a través de la vida de Fidel. Entre ellas, algunas interactivas y con más de 40 juegos didácticos; una sala de exposiciones transitorias que luego rotarán por todo el país; y un espacio de protocolo donde se exponen condecoraciones.
Los pasillos de la casa también esconden detalles. Por ejemplo, techos en forma de rombo por el grado de Comandante; o paredes que se encienden con frases de Fidel y Martí. Estos se complementan con las armas, mochila, y prismáticos originales que usó en la Sierra y una copia de las botas hechas por el mismo zapatero que originalmente las confeccionó; su gorra, sus grados y un uniforme de pelotero, entre otras pertenencias.
Al jeep que está en el jardín también se le sumó hace poco una réplica del yate Granma que le regalaron a Fidel, luego de que un niño preguntara que, si había un jeep, ¿por qué no podía haber un Granma?
Las pantallas interactivas muestran cronologías, mapas y fotografías. La sala “Fidel es Fidel”, reproduce en sus paredes cápsulas de videos de distintas personalidades del mundo. Dentro es fácil erizarse. Hay quien lo soñaba grande, porque lo era. “Yo para eso no tengo complejos, ¡padre te llamo delante de todo el mundo!”, le decía Hugo Chávez.
El anfiteatro Turquino, inaugurado por La Colmenita este jueves con la obra “Fidel habla. Te necesito”, será un espacio para actuaciones infantiles y conciertos. En la imprenta, además de libros y publicaciones, se confeccionarán con tecnología 3D, réplicas en miniatura de la Plaza de la Revolución y de bustos de héroes de las luchas de independencia, que podrán ser adquiridos por visitantes. Cumpliendo su voluntad, no habrá bustos de Fidel.
El 27 de diciembre de 2016 la Asamblea Nacional del Poder Popular aprobó la Ley No. 123 “Sobre el uso del nombre y la figura del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz”, donde se autoriza, por excepción, el empleo de su nombre para denominar alguna institución, que, conforme a la ley, se constituya para el estudio y la difusión de su pensamiento y obra.
Fue en correspondencia con esta ley que se emitió, en febrero de 2018, el Decreto Presidencial No. 21, firmado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, mediante el cual se dispuso la constitución de un Grupo de Trabajo, encargado de elaborar la propuesta para la creación de la institución, que quedaría integrado, con carácter permanente, por los historiadores René González Barrios y Elier Ramírez Cañedo, director y subdirector, respectivamente, del Centro Fidel Castro Ruz.
Postergada su inauguración debido a la pandemia de covid-19, el Centro cuenta con entrada gratuita y se puede planificar la visita, de martes a domingo, a las diferentes salas a través de la página web, donde también se puede acceder al servicio de visita virtual desde cualquier lugar del mundo.