La espuma antincendios está diseñada para enfriar el fuego y revestir el combustible, impidiendo la combustión. Foto: Internet
La Habana, 9 ago (RHC) La creación de la espuma contra incendios se atribuye al químico e ingeniero ruso Aleksandr Loran, a principios del siglo XX, quien estaba impresionado por la voracidad del fuego provocado en la industria petrolera, y quiso encontrar una forma de controlarlo.
A través de la combinación de varias sustancias, entre las que se incluía el sulfato de aluminio y el bicarbonato de sodio, obtuvo la espuma contra incendios, que fue probada exitosamente de 1902 a 1903, y patentada en 1904.
Varios científicos se encargarían, a partir de entonces, de incorporar nuevos ingredientes que la hicieran aún más efectivas ante las llamas.
A grosso modo, es una sustancia diseñada para enfriar el fuego y revestir el combustible, evitando su contacto con el oxígeno e impidiendo la combustión.
Según la literatura especializada, existen varios tipos. Las de clase A, por ejemplo, fueron desarrolladas a mediados de la década de 1980 para combatir incendios forestales; en tanto las de clase B son para combatir las llamas provocadas por líquidos inflamables.
También existen espumas proteicas, que contienen proteínas naturales que las hacen biodegradables y cuyo manto dura más, y las espumas sintéticas, que muestran un patrón de extensión más rápido sobre la superficie de fluidos a base de hidrocarburos y pueden extinguir las llamas con mayor velocidad, aunque en algunos casos resultan tóxicas para el hombre y las aguas subterráneas, detalla el blog para bomberos Fire Equipment, de México.
Entre sus múltiples ventajas está que resultan visibles desde cualquier lugar, lo que ayuda a coordinar mejor las acciones contra el fuego. (Fuente: Granma)