El científico camagüeyano dejó al descubierto que la fiebre amarilla se transmitía a través de la hembra del mosquito Aedes aegypti.
La Habana 14 ago (RHC) Cuando el 14 de agosto de 1881 Carlos J Finlay descubría el modo de transmisión de las enfermedades infecciosas por insectos, no calculaba entonces, cuanto bien le hacía a la humanidad.
En la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de La Habana, el científico camagüeyano de talla universal, dejó al descubierto que la fiebre amarilla se transmitía a través de la hembra del mosquito Aedes aegypti.
En ese sentido, se dedicó a investigar la etiología de ese padecimiento, partiendo de la considerable experiencia acumulada en el territorio nacional en aquella época, su caracterización y diagnóstico.
En 1879, el epidemiólogo tuvo la oportunidad de colaborar con la primera comisión investigadora sobre la fiebre amarilla enviada a Cuba por el gobierno de los Estados Unidos.
Dentro de sus momentos cumbres, resalta la divulgación de las medidas a tomar para evitar las epidemias de fiebre amarilla, relacionadas a la destrucción de las larvas de mosquitos trasmisores en sus propios criaderos, y al aislamiento de pacientes contagiados, cuya aplicación tiene éxito en el sistema sanitario.
Asimismo, descubrió y solucionó el problema del tétanos infantil, desarrolló estudios sobre la propagación del cólera en esta capital e incursionó en asuntos científicos de carácter más teóricos y practicó la oftalmología como herencia de su padre.
La malaria, fiebre del nilo y cólera, son otras enfermedades cuyas investigaciones y protocolos a seguir, parten de los descubrimientos de este médico cubano que dedicó su vida a solucionar los grandes problemas del cuadro epidemiológico que aquejaba en su época.
Alrededor de 20 años de estudio transcurrieron para lograr sustentar la teoría de que la fiebre amarilla o vómito negro, como también se le denominaba, era originada por la hembra de tan peligroso insecto, pero Finlay no cejó en el empeño y aunque nunca recibió en vida el merecido reconocimiento, para la salud pública y la historia de Cuba su figura es una impronta.
Incluso, con el objetivo de rendirle homenaje se creó la Orden al Mérito “Carlos J. Finlay” que se otorga a los hombres y mujeres que prestan relevantes servicios a la ciencia cubana.
Además, cada tres de diciembre y en conmemoración a su nacimiento, se celebra el Día de la Medicina Latinoamericana por el alcance internacional que tuvo su labor, sobre todo en el campo de las enfermedades tropicales.
Específicamente en la ciudad de Camaguey, se mantiene viva su obra que posee un sello único, a través de las actividades que realizan en su casa natal, el Consejo Científico de la Salud y de las filiales provinciales de las correspondientes sociedades médicas cubanas, junto a eventos, talleres y jornadas de los diversos centros asistenciales. (Fuente: Prensa Latina)