Caricatura sobre mentiras de Estados Unidos. Imagen: diario Granma

por Milagros Pichardo

A tan solo nueve días de dejar su cargo, en el año 2021, el entonces presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a incluir a Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

Necesitaba una justificación legal para darle sentido a la reinclusión, así que aludió a la negativa de Cuba a la petición de extraditar a miembros del Ejército de Liberación Nacional (ELN) de Colombia, luego de un atentado con bomba, en enero de 2019, en una academia policial de Bogotá.

Obviaron, en su declaración, la condición de Cuba como garante en los diálogos de paz, primero entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas de Colombia-Ejército del Pueblo (FARC-EP), que concluyó con el histórico Acuerdo de Paz de 2016, y luego con los miembros del ELN, que se encontraban en nuestro país desde 2018.

¿Qué pasaba en ese momento?

Uno: los miembros del ELN no llegaron a Cuba huyendo, sino con las correspondientes autorizaciones del Estado colombiano.

Dos: Colombia, además de romper el diálogo con el ELN, desconoció un protocolo de ruptura previamente acordado para estos casos, deslegitimó a la delegación de diálogo y dictó órdenes de captura y extradición contra ellos.

Para Cuba resultó contradictorio que el Gobierno de Colombia reconociese, en varias ocasiones, tanto pública como privadamente, el papel de garante de la Mayor de las Antillas en el proceso de paz con las FARC-EP y, sin embargo, desconociese acuerdos suscritos con nuestro país, también en condición de garantes, en el proceso de paz con el ELN.

El Gobierno de Iván Duque dio marcha atrás a todo lo avanzado en las negociaciones, se malinterpretó el papel de Cuba, se intentó engañar a la comunidad internacional, y Estados Unidos –como siempre– se aprovechó del contexto para tomar esa decisión que no solo limitó las posibilidades de acercamiento con la administración entrante, sino que causa incalculables daños a la población cubana. Esto, sin mencionar lo inmoral que resulta que Estados Unidos tache a otros de terroristas.

De acuerdo con la información ofrecida por la subdirectora general para Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba, Johana Tablada, en junio de 2021, para los países incluidos en la espuria lista «las consecuencias tienen que ver con la restricción de las exportaciones, la eliminación de determinados beneficios comerciales y la obtención de créditos en instituciones financieras internacionales, así como la prohibición de exportación de armamento».

La BBC en español explicó que, con esa calificación unilateral; las instituciones financieras tienen otro motivo para evitar operaciones con Cuba; las aseguradoras pueden suspender la cobertura de transacciones; existe más escrutinio en las operaciones con la nación, lo que resultará en que menos Gobiernos y empresas accedan a tener una relación normal con la Isla.

Además, los países «señalados» no pueden acceder a préstamos del Fondo Monetario Internacional ni de otras instituciones globales. Asimismo, para las empresas estadounidenses resulta un obstáculo a las oportunidades para exportar, importar o suministrar servicios a nuestro archipiélago.

En el caso particular de Cuba, estas sanciones se sumaron a las del bloqueo económico, comercial y financiero que hace más de seis décadas ahoga la economía cubana. La hostilidad estadounidense se mantiene, aunque cambie el color del partido en el poder.

Sin embargo, algo cambió, pero en Colombia. El actual Gobierno declaró como legítima la delegación de diálogo del ELN en territorio cubano, ya no pide su extradición, sino que se sentarán nuevamente a negociar. Además, la administración de Gustavo Petro reconoce a Cuba como «territorio de paz» y deplora que se encuentre en la lista de países patrocinadores del terrorismo.

¿Qué argumento se inventará ahora Estados Unidos para mantener a Cuba en su fabricada lista? (Tomado del diario Granma)