Crisis de Octubre
por Danay Galletti Hernández
La Operación Mangosta, acción encubierta de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) contra Cuba, resulta uno de los antecedentes de la Crisis de Octubre, conflicto diplomático entre la extinta Unión Soviética, Estados Unidos y la isla en 1962.
Por tanto, aquellos sucesos que involucraron armamento nuclear, a escasos tres años del triunfo de la Revolución Cubana, no pueden encerrarse en un periodo de 13 días como expuso el abogado norteamericano Robert Kennedy en su libro sobre el hecho.
De acuerdo con el autor, la denominada por Estados Unidos como Crisis de los Misiles abarcó desde el 17 de octubre, fecha en la cual Washington tuvo pruebas irrefutables del emplazamiento de estos proyectiles en la nación caribeña, hasta el 28 de ese mes, cuando Moscú aceptó retirarlos.
Sin embargo, según el historiador Elier Ramírez, subdirector del capitalino Centro Fidel Castro Ruz, la crisis en Cuba comenzó mucho antes, “en una lucha por su sobrevivencia” y frente a los más disimiles ataques contenidos en aquel operativo, “el más grande diseñado por Estados Unidos en la época”.
En declaraciones a esta periodista, el experto significó que Mangosta –el vasto programa subversivo estadounidense contra Cuba después de la derrota militar, política y diplomática sufrida en Playa Girón, en abril de 1961-, contenía métodos de guerra psicológica, sabotajes y aislamiento diplomático.
En enero de 1962, Cuba fue expulsada de la Organización de Estados Americanos (OEA) durante una reunión celebrada en Punta del Este, Uruguay, bajo el pretexto de que “los principios del comunismo son incompatibles con los principios del sistema interamericano”.
Sumado a ello, el entonces presidente John F. Kennedy firmó en el mes siguiente, el 3 de febrero, la proclama 3447, con la cual hizo oficial el bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba.
FIDEL CASTRO Y LOS COHETES SOVIÉTICOS
Esa ofensiva de amplio espectro, explicó Ramírez, tendría como fin la invasión directa de las fuerzas armadas de los Estados Unidos, precisamente, en octubre del propio año; de ahí la propuesta del dirigente soviético Nikita Jrushchov, de colocar cohetes en varias posiciones del país caribeño.
«Cuba fue un factor clave y, muchas veces, una pieza que se obvia. La colocación de los misiles en territorio nacional respondió, como explicó el líder Fidel Castro, a una cuestión de solidaridad y ética con el Campo Socialista, que apoyaba en todos los sentidos a la isla», apuntó el investigador.
Pero lo cierto es que al Comandante en Jefe no le gustaba la presencia de los cohetes en el país caribeño, como dijo en numerosas oportunidades durante las décadas siguientes; sin embargo, con el fin de contribuir al balance estratégico decidió aceptar la propuesta de la URSS.
Luego existieron contradicciones entre la dirección cubana y soviética respecto a las diferentes maneras de enfocar el proceso de instalación de los cohetes y Fidel consideraba que “aquello debía hacerse público, pues La Habana tenía el derecho a defenderse y a usar las armas indispensables para ello”. Incluso, confesó su preocupación sobre un posible descubrimiento de los misiles antes de estar activos, como finalmente sucedió, inquietudes que trasladó su hermano Raúl Castro y el médico argentino Ernesto “Che” Guevara al frente de varias comitivas en negociaciones con el Kremlin.
Fidel también analizó y criticó algunas de las cuestiones relacionadas con la operación Anadir, nombre de la maniobra de traslado de armamento y tropas a las costas cubanas; si bien reconoció la magnitud y movimiento de la misma, que no fue detectada por los estadounidenses durante la travesía de 76 días.
«Fue muy negado al tema del engaño», enfatizó, pues ello “le dio una ventaja táctica y moral a Kennedy, el agresor se presentó como la víctima”, y consideraba que “no hay política sin ética, práctica sostenida durante toda su vida, especialmente en los años al frente de la Revolución”.
En los documentos desclasificados de las diferentes administraciones norteamericanas, aparecen numerosos dedicados a Cuba y, específicamente, bajo el mando del mandatario asesinado el 22 de noviembre de 1963, la isla constituyó para él una obsesión.
«Ellos sintieron el peligro nuclear en carne propia, por tanto, el Kennedy de 1963, aunque no desistió de la agresividad y la defensa de los intereses de Estados Unidos, buscó cierta distensión con la URSS, a partir del denominado teléfono rojo y algunos vínculos comerciales», reconoció.
EXIGENCIAS DE CUBA
En total, llegaron a la isla procedentes de la Unión Soviética varios regimientos de cohetes de alcance medio e intermedio, alrededor de 41 mil soldados, aviones, batallones de tanques, una división de infantería motorizada, brigadas de artillería antiaérea y unas 250 mil toneladas de carga.
Los vuelos de los aviones espías U-2 mostraron algunos de estos emplazamientos y, por tanto, Kennedy compareció ante la opinión pública el 22 de octubre, anunció el bloqueo naval a Cuba y colocó a las fuerzas norteamericanas en estado de alerta máxima.
Jrushchov envió una carta al mandatario en la cual calificaba las medidas adoptadas como una seria amenaza a la paz y a la seguridad de los pueblos, evaluaba sus declaraciones como una abierta injerencia, confirmaba la permanencia de los armamentos y demandaba la renuncia a las acciones planteadas.
También el premier soviético hizo llegar un mensaje a Fidel Castro donde calificaba el discurso del presidente estadounidense como un descarado acto provocativo y calificaba sus medidas como piratescas, pérfidas y agresivas, interpretado por Cuba como la voluntad de la URSS de no ceder ante las exigencias de Washington.
Tiempo después, durante la Conferencia Tripartita de La Habana sobre la Crisis de Octubre celebrada en 1992, Fidel afirmaría: «Nunca la idea del retroceso pasó por nuestra mente (…) no nos parecía posible (…) Nosotros, desde luego, dijimos (…), las cosas están claras, y nos dedicamos a nuestro trabajo».
Pero el 28 de octubre de 1962, el premier soviético anunciaba un acuerdo con Kennedy referido al desmantelamiento y repliegue de los cohetes desde Cuba, que incluía, además, la retirada de los 56 misiles nucleares estadounidenses ubicados en Turquía e Italia y el compromiso de no invadir a la nación caribeña.
En la práctica ese compromiso no representó nada, «la isla recibió incursiones a menor escala, prácticamente diarias, agresiones y sabotajes», hasta que, en septiembre de 1963, dos meses antes de su asesinato, Kennedy aprobó un acercamiento diplomático y secreto con la nación caribeña.
En realidad, la dirección cubana supo del convenio entre las dos potencias por la transmisión de Radio Moscú; acto seguido, manifestó su inconformidad con la exclusión durante el proceso de negociaciones y la falta de garantía y valor de la palabra de Kennedy.
Fue en ese contexto cuando Fidel planteó sus conocidos cinco puntos:
-Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica de Estados Unidos en todas partes del mundo contra Cuba.
-Cese de todas las actividades subversivas, lanzamientos y desembarcos de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias, filtración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y países cómplices.
-Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y Puerto Rico.
-Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
-Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
Ramírez definió la altura política de Fidel durante aquella Crisis con la frase expresada por el Che en su carta de despedida: “(…) Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios”.
La presentación de esas demandas y su desacuerdo con la inspección foránea del desmantelamiento, uno de los acuerdos pactados por la URSS, fue “lo que salvó el prestigio de la Revolución”, tras el mal manejo de la situación asumido por el mando soviético.
No contaron con los criterios y posturas de la parte cubana, indicó, afianzaron el criterio manipulado de que el país antillano era un satélite de Moscú en la región y ponía en tela de juicio la razón dada por los soviéticos: la protección de la soberanía territorial de la isla.
“Perdimos, quizás, la única oportunidad de solucionar las esencias del conflicto, pues muchos de esos puntos están aún vigentes: la subversión, la invasión marítima y aérea, la presencia ilegal en Guantánamo y, por supuesto, la permanencia del bloqueo, como un puñal en nuestra garganta”, concluyó. (Tomado de PL)