Explosión del acorazado de la marina de guerra de Estados Unidos USS Maine
por Delfín Xiqués Cutiño
El 25 de enero de 1898 se presentó al pairo, a la vista del Morro de La Habana, el acorazado de la marina de guerra de Estados Unidos USS Maine. Solicitó el práctico por medio de una señal con bandera, para entrar a la rada habanera.
Poco tiempo después embarcó el práctico y se izó la bandera roja y blanca que indica que está a bordo. Cuando llegó al puente de mando, le ordenó al timonel con voz firme: «midships», timón al medio, y «slow ahead», despacio avante.
Lentamente, la nave de guerra comenzó a deslizarse por el canal de entrada a la bahía, donde realizó la maniobra de fondeo y fue hecho firme a la boya No. 4, frente al muelle de la Machina, alrededor de las 11:00 a.m.
Con esta maniobra, los yanquis tenían su Caballo de Troya de acero en territorio cubano.
La presencia del buque de guerra en aguas cubanas se logró bajo presión del gobierno estadounidense sobre las autoridades españolas en la Isla, según develó el capitán de navío Charles D. Sigsbee, a la sazón comandante del Maine, en su escrito: El Maine, un relato de su destrucción en el puerto de La Habana.
El Comandante del Maine comentó los mensajes en clave que circularon entre Washington, el Cónsul General de Estados Unidos en La Habana y él:
Telegrama
24 de enero de 1898
Fitzhug Lee
Cónsul General de los Estados Unidos
La Habana
Es propósito de este gobierno reanudar las visitas navales amistosas a puertos cubanos. Con tal motivo, el Maine irá al puerto de La Habana dentro de uno o dos días. Tenga la bondad de arreglar el intercambio amistoso de visitas con las autoridades.
Secretaría de Estado
Washington
Al recibir el mensaje, el cónsul Lee fue al Palacio, notificó a las autoridades y les leyó el Telegrama. Pero antes había enviado su respuesta a la Secretaría de Estado:
Telegrama
24 de enero de 1898
Secretaría de Estado
Washington
Aconsejo que la visita se posponga seis o siete días para dar oportunidad a que se calme la reciente agitación. Veré a las autoridades e informaré. El Gobernador General está ausente por dos semanas. Debo de conocer el día y la hora de la visita.
Fitzhugh Lee
Cónsul General de los Estados Unidos.
La Habana
Al siguiente día, casi a punto de arribar el Maine a La Habana, el cónsul Lee envió otro mensaje:
Telegrama
25 de enero de 1898
Secretaría de Estado
Washington
En una entrevista las autoridades declaran creer que los Estados Unidos tienen un propósito ulterior al enviar el barco. Dicen que ello obstruirá la autonomía, producirá agitación, y con toda probabilidad una demostración.
Piden que no se efectúe hasta que ellas hayan recibido instrucciones de Madrid y dicen que si es con fines amistosos, como decimos, la demora no tiene importancia.
Fitzhugh Lee
Cónsul General de los Estados Unidos.
La Habana
Por aquellos días, en ocasión de la constitución de un gobierno autonomista en La Habana –1ro. de enero de 1898–, españoles intransigentes provocaron graves disturbios contra el propio Capitán General y el gobierno establecido.
En tanto, el Ejército Libertador cubano continuaba derrotando y desgastando al ejército de la península, lo que indicaba que la guerra estaba virtualmente ganada a favor de los cubanos.
La tensión aumentó también entre España y Estados Unidos por un incidente diplomático ocurrido el 9 de febrero de 1898, con la publicación, en el periódico New York Journal, de una carta del ministro de España en Washington, Enrique Dupuy, a José Canalejas, director de El Heraldo de Madrid, que contenía «expresiones deprimentes» para el presidente de Estados Unidos, William McKinley.
Conforme a lo señalado anteriormente, esas fueron las excusas para enviar el Maine a Cuba, con el pretexto de garantizar la vida y las propiedades de los ciudadanos estadounidenses residentes en el país, a pedido del cónsul Lee.
El 15 de febrero de ese propio año, sobre las 9:40 de la noche, una violenta explosión se escuchó en La Habana: la proa del acorazado Maine se elevó para luego caer en pedazos.
Se hundía, llevándose 254 tripulantes y seis oficiales. Más tarde fallecerían seis tripulantes que estaban gravemente heridos.
De inmediato los estadounidenses culparon a España. Dijeron que el buque había sido volado por causa de una mina submarina colocada por los españoles, mientras que estos sostenían que había sido provocada por los propios yanquis, para buscar un pretexto que justificara la declaración de guerra a España, como así ocurrió.
El gobierno de Estados Unidos intervino en la guerra que hacía años los cubanos sostenían contra las tropas españolas, y que virtualmente estaba ganada, para apoderarse de la Isla.
Con el Maine se hundió la independencia de Cuba... por el momento.
CONCLUSIONES DE LAS INVESTIGACIONES
A principios de 1976 se dio a conocer el libro titulado Cómo fue destruido el acorazado Maine, del almirante H. G. Rickover, jefe de la División Nuclear de la Armada. Con la colaboración de I. B. Hansen, ingeniero en estructura del Centro de Investigaciones Navales, y de Robert S. Price, físico del Centro Naval de proyectos.
En el libro, Rickover dijo que «la corte naval que en 1898 dictaminó que el Maine había sido hundido por una mina, pareció no estar guiada tanto por consideraciones técnicas como por el que la guerra con España era inevitable».
Dijo también «que las investigaciones de la época, adelantadas por el Congreso norteamericano, no tienen nada de fondo, sino que parecen haber sido más bien adelantadas para completar una lista de las faltas que se le achacaban a España. El análisis de Price y Hansen muestra que las características de los datos son coincidentes con los de una explosión interna».
Según Rickover y sus expertos, la explosión se produjo «desde adentro», «en una pequeña cabina de municiones en la proa del acorazado». (Tomado del diario Granma)