Foto: Casa Editorial Verde Olivo
José Guillermo Moncada Veranes fue uno de los combatientes extraordinarios de la historia de Cuba.
Participó en las tres guerras de independencia y a la par de su capacidad militar y valentía sin límites se mantuvo fiel al ideal libertario, rechazó el Pacto del Zanjón y estuvo junto a Antonio Maceo en la histórica Protesta de Baraguá. Solo depuso las armas cuando era imposible continuar la lucha.
Falleció el 5 de abril 1895, víctima de la tuberculosis en un campamento mambí cerca de Alto Songo, en la región oriental de la Isla, a solo un mes y días de haberse iniciado la Guerra Necesaria organizada por José Martí.
Ya enfermo tras adquirir la tuberculosis en cárceles españolas, donde padeció seis años en las condiciones más inhumanas, dedicó sus diezmadas energías a garantizar el alzamiento el 24 de febrero en el Oriente cubano, donde pudieron consolidarse los focos insurgentes encabezados por él y otros veteranos combatientes, entre ellos Bartolomé Masó y Quintín Banderas.
Con anterioridad, durante la Tregua Fecunda, participó en todo el plan conspirativo de la época y se alzó en armas en la Guerra Chiquita en agosto de 1879 en Santiago de Cuba, junto a los coroneles José y Rafael Maceo y Quintín Banderas; como jefe del centro y el sur de la región oriental designado con el grado de Mayor General por el jefe de la nueva contienda, el General Calixto García. Se mantuvo en el campo de batalla hasta junio, cuando capituló.
Su hoja de servicios a la Patria comenzó cuando tenía 27 años, en noviembre de 1868, a un mes del comienzo de la Guerra de los Diez años, cuando pasó a integrar el Ejército Libertador bajo el mando del General Donato Mármol.
Por su arrojo y valentía fue ascendido en varias ocasiones durante la contienda, hasta llegar al grado de General de Brigada en marzo de 1878.
Guillermo Moncada nació el 25 de junio de 1841 en Santiago de Cuba, hijo de un esclavo liberto con una negra. Con perseverancia pudo enfrentar los obstáculos que su origen le imponía en una sociedad discriminatoria y logró aprender a leer y escribir bien temprano.
En su juventud sobresalía por su prestancia, alta estatura, porte y fuerte complexión física, por lo cual era llamado por sus compañeros de armas como Guillermón.
No tenía rival en la esgrima del machete, aprendida en años de duro bregar como campesino y que usó como arma en el campo de batalla, donde derrotó a varios reputados oficiales españoles.
A Guillermón también se le puede aplicar la referencia que hizo José Martí de Antonio Maceo, de quien dijo: “Tenía tanta fuerza en la mente como en el brazo”.
El Generalísimo Máximo Gómez también reconoció por escrito su opinión acerca de que el bravo mambí no solo descollaba por su valentía, sino también por sus dotes de mando y de estratega.
Consumió sus últimas fuerzas en dejar organizada su sucesión en la Guerra Necesaria, y reunió a su Estado Mayor para nombrar al mando al Mayor General Bartolomé Masó y al Coronel Victoriano Garzón. Falleció poco después.
Pasados los años, durante la seudorrepública, instituciones castrenses ultrajaron su memoria al nombrar Moncada a la segunda fortaleza del país en Santiago de Cuba, centro de represión y asesinatos, que los jóvenes del Centenario atacaron el 26 de julio de 1953, y la Revolución convirtió después en Centro Escolar. (Tomado de ACN)