Milenio
Por Alfredo García Almeida*
El expresidente, Donald Trump, enfrentó el pasado martes a su principal adversario político: la justicia. La Fiscalía pidió un máximo de 100 años de cárcel para el expresidente y 90 años para su ayudante de cámara, Waltine Nauta. Trump se declaró inocente de todos los cargos a través de su abogado.
Fue en la Corte Federal de Miami, donde el fiscal especial, Jack Smith, acusó a Trump de 37 cargos penales por el manejo inadecuado de documentos clasificados: sustraer secretos de Estado de la Casa Blanca, negarse a devolverlos, mentir a las autoridades, ocultarlos y trasladarlos a su residencia de Mar-a-Lago, tras dejar la Casa Blanca, además de participar en una conspiración para obstruir la justicia.
Como si fuera poco, en su primera intervención pública después de la acusación del fiscal, Trump, incluyó un pasaje sobre Venezuela, que ha caído como una granada en medio de un cumpleaños, al confesar que su plan era apoderarse del petróleo venezolano, mientras ejercía una política de “máxima presión” sobre el gobierno de Nicolás Maduro, entre 2019 y 2020. “Cuando me fui (de la Casa Blanca), Venezuela estaba a punto de colapsar. Nos hubiéramos apoderado de ella, nos hubiéramos quedado con todo ese petróleo. Ahora (con el Gobierno de Joe Biden) se lo compramos al dictador y lo hacemos más rico”, afirmó Trump en un mensaje de vídeo difundido por las redes sociales.
La respuesta de Trump, como primer expresidente en la historia de EEUU acusado de un delito, ha sido presentarse como víctima y atacar al FBI, a la fiscalía y al Departamento de Justicia por procesarlo. Trump ha demostrado inédita resistencia frente a los escándalos de los que ha sido protagonista: grabaciones donde se jactaba de toquetear a mujeres, presiones a Ucrania para obtener información sobre negocios del hijo de Biden en ese país, revelaciones sobre posibles fraudes fiscales para evadir impuestos, falsas denuncias sobre fraude electoral, acusaciones de incitación al asalto al Capitolio, soborno a una actriz porno para que guardara silencio y la condena por “agresión sexual” y “difamación” a la escritora, Jean Carroll. Aparentemente, esos hechos no lo han afectado políticamente según las encuestas de las primarias republicanas.
No obstante, los vientos que llegan desde Reino Unido, no favorecen a Trump. Su clon británico, el exprimer ministro, Boris Johnson, con similar trayectoria contestataria, en medio de una polémica con el primer ministro, Rishi Sunak, renunció como diputado de forma teatral, buscando lo siguieran otros parlamentarios para provocar una crisis interna contra Sunak, lo cual no sucedió por el contrario, recibió la censura de la mayoría de los diputados conservadores. “Johnson se ha marchado a su estilo, gritando y dando patadas, causando daño sobre la marcha y protagonizando lo más parecido a un motín”, declaró, el diputado conservador, Tobias Ellwood, presidente de la Comisión de Defensa de la Cámara de los Comunes, lo que podría ser un presagio sobre el futuro político de Trump en las elecciones de 2024.
Sin embargo, a Trump le queda una opción. Según la ley de EEUU, cualquier ciudadano estadounidense puede hacer campaña electoral estando acusado, siendo sometido a juicio y en la cárcel. Incluso de ser electo, puede ejercer el cargo desde la cárcel.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.