Caribe insular
Por: MSc Luis González Maceo*
A manera de introducción podemos expresar que cualquier análisis de cómo imaginamos o conocemos el Caribe pasa por dos puntos de vista, por una parte el concepto enraizado en la visión que se tiene desde diversas aristas y estudios en cuanto a su unidad, mientras que por otro lado se hace alusión a su diversidad, que en modo alguno desdeña su identidad común como comunidad regional.
Se evidencia, como objetivo, la necesidad de acercarnos a algunos de los aspectos que demuestran la unidad de esta área del mundo en cuanto a historia, costumbres, riesgos, entre otros factores, así como a su diversidad en relación a comunidades lingüísticas, composición etno-racial, etc. En tal sentido se abordarán algunos de estos criterios.
Comparaciones
El Caribe ha sido comparado con un paraíso terrenal dada su geografía, su flora su fauna, así como por su inmensa riqueza en tradiciones socio-culturales. Ha sido comparado, en no pocas ocasiones y encuentros, con otros espacios/puentes entre continentes y con esta visión se le ha llamado el Mediterráneo de América, un ejemplo lo tenemos según Emilio Sánchez de Rojas Díaz, quien hizo referencia al”Mediterráneo americano” durante el XV Encuentro de Latinoamericanistas Españoles en noviembre de 2012, Madrid, España; pero el Caribe es más que comparaciones y adjetivos comerciales.
Verdades
El espacio del Caribe es una realidad multiaspectual marcada por las consecuencias de un mal llamado, por la historia, “descubrimiento”, que a su vez resultó de un error de cálculo de navegación el cual hasta nuestros días, entre sus consecuencias, hace que homologuemos los vocablos indios, aborígenes e indígenas.
Este hecho, sin dudas, resultó un cambio en la visión del mundo, también una abusiva y desbastadora relación metrópolis-colonias, con un previo casi exterminio de la población insular aborigen y con un subsiguiente ignominioso comercio negrero-esclavista, con “…una enorme violencia, represión, subordinación y prejuicio racial formaron parte de las sociedades coloniales en las que la esclavitud era el principal sistema de producción. La violencia, física o simbólica, fue un mecanismo usado por el poder mediante el que aseguró su existencia.”, palabras de Consuelo Naranjo Orovio del Instituto de Historia-CSIC en Represión, miedo y raza en Puerto Rico y Cuba; 1789-1830. Este contexto histórico marcó y constituye ya de por sí un factor que une, pero que también separa la historia socio-política, económica y cultural del espacio Caribe.
Diferencias y similitudes
Si bien avanzando ya en el tiempo la economía de plantación ocupó un lugar esencial en la base de desarrollo económico del Caribe, su puesta en marcha difiere, entre otros aspectos, en la presencia y formas de control de los representantes de las autoridades coloniales. Según diversas fuentes los momentos y tiempos de desarrollo se diferencian también en cuanto al auge económico desde mediados del siglo XVII. Se trata de un proceso que avanza con fuerza esencialmente esclava, en el caso de Francia e Inglaterra, hasta la revolución haitiana.
Entre tanto en las colonias españolas el apogeo fue un poco más tardío hacia el siglo XVIII, durante el cual también asalariados libres desempeñaban diversas tareas en la economía de plantación.
En el caso de los territorios ocupados por franceses o ingleses, por solo situar dos países con huella colonial en el Caribe, el ejercicio y control difería, en cuanto a presencia y mando, de las autoridades colonialistas de la corona española en el ejercicio de la administración y control de sus territorios. En el caso de España el número de las autoridades, los peninsulares con sus costumbres y tradiciones, así como una inevitable convivencia y mezcla, en no pocas ocasiones como resultado de violaciones, también la presencia progresiva y creciente de familias de la península, conllevó a un mestizaje no solamente racial sino socio-cultural.
En esta apretada síntesis tenemos algunas de las premisas que explican y responden las preguntas que no pocos se hacen en cuanto a diferencias y similitudes.
Si bien todos entienden en general lo referido a las lenguas nacionales como resultado de la imposición de las lenguas de las metrópolis, entre las más recurrentes vemos las siguientes interrogantes:
¿A qué se debe que en algunos países del Caribe insular, dígase Haití, Martinica, Guadalupe existan los llamados “bable”, “patois”, “créoles” entre otros?
¿Por qué en Cuba o en República Dominicana no existen, al menos en la comunicación popular, estas variables lingüísticas?
Justamente, el número e influencia, bajo las más diversas formas y funciones, de las autoridades españolas y de otros grupos socio-económicos, al igual que otros sectores, fueron imponiendo y expandiendo el castellano en todo tipo de relaciones sociales y comerciales de forma tal que el surgimiento de otras formas de comunicación resultaron prácticamente inexistentes.
Como excepción, no se pueden excluir los focos de inmigración franco-haitiana, portadores de su “créole”, a partir de la revolución haitiana desde finales del siglo XVIII y principios del XIX, pero en espacios geográficos, en general, bien localizados principalmente al este del territorio de Cuba. Estas huellas persisten hasta nuestros días esencialmente en el sector de la cultura artístico-danzaría, en cantos y la culinaria.
Una isla del Caribe: dos caras de la misma moneda
El caso de República Dominicana y de Haití, países que ocupan un mismo espacio insular que se llamó Saint Domingue, separados por una frontera común, no geográfica, resulta un interesante ejemplo de unidad en la diversidad. De un lado de la frontera, el español como lengua nacional y materna mientras que del lado haitiano el créole es la lengua materna y el francés la lengua oficial que queda como traza lingüística, socio-política y de primacía económica.
En la historia de Saint Domingue la posesión colonial en manos francesas y españolas se alternó a lo largo de los años y los resultados, en nuestros días, por diversas causas, han dado como consecuencia las enormes asimetrías entre dos países que ocupan un mismo territorio insular del Caribe y viene a ser un claro ejemplo de unidad diversa.
En guisa conclusiva, en apretada síntesis de hechos y detalles que van desde el llamado descubrimiento, de espacios geográficos que ya estaban habitados y con sus propias relaciones de convivencia, se han abordado solamente algunos de los numerosos puntos de vista que podrían servir para corroborar la noción de que si bien hablar del espacio caribeño contiene un sustrato de factores comunes e identitarios, asimismo, sería parcial y erróneo no observar que en esa identidad común hay singularidades que lo hacen heterogéneo en la historia de los poderes coloniales, en cuanto a períodos de auge económico, así como en cuanto a variables lingüísticas entre territorios insulares y/o de la cuenca caribeña y al interior de muchos de ellos.
*profesor de francés y estudios históricos y literarios UH