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Por Alfredo García Almeida*
Los conflictos de Ucrania y Taiwán, no son los únicos temas de política exterior que impulsa el presidente, Joe Biden, en su afán de reelección en las elecciones de 2024. Israel también está incluido, aunque con una estrategia diferente. Los principales asesores de política exterior del presidente Biden, han estado viajando a Arabia Saudita con la misión de mediar en la normalización de las relaciones diplomáticas entre Israel y la monarquía Saudita.
Según los expertos, en el caso de Ucrania y Taiwán Biden trata de mostrar músculos frente a Rusia y China, ante el electorado norteamericano para ganar los votos de centro-derecha de ambos partidos e independientes. Con Israel, el objetivo es incorporar a la monarquía árabe a los “Acuerdos de Abraham”, para buscar votos de sectores progresistas demócratas.
Esos acuerdos fueron promovidos por el entonces presidente, Donald Trump, que logró alinear a los Emiratos Árabes Unidos, Bahrein y Marruecos con Israel, para formar un bloque árabe-israelí contra Irán. No es secreto que los “acuerdos” fueron posibles, por el ofrecimiento de EEUU de beneficios que los Estados árabes habían solicitado, a cambio de hacer las paces con Israel. Trascendió que Arabia Saudita, ha solicitado el apoyo de EEUU para un programa nuclear civil y garantías de seguridad en la línea de la OTAN, así como tecnologías militares y de inteligencia de Israel.
El presidente, Biden, inicialmente se distanció de esa política, pero al acercarse el proceso electoral, dio un giro para sacar ventaja en EEUU con la normalización de relaciones entre sauditas e israelíes y al mismo tiempo frenar la creciente influencia de China en el Medio Oriente, con la exitosa mediación del presidente chino, Xi Jinping, para reanudar las relaciones diplomáticas entre Arabia Saudita e Irán.
Sin embargo lograr un acuerdo entre Sauditas e israelíes, no será tarea fácil. El histórico argumento de los Estados árabes para no tener una relación con Israel, ha sido la ocupación militar israelí de los territorios palestinos. Con la monarquía saudita, el caso tiene mayor repercusión. En 2002, Arabia Saudita, presentó la “Iniciativa de Paz Árabe”, ofreciendo un acuerdo de paz integral entre Israel y los Estados árabes: “El establecimiento de un Estado palestino independiente junto a Israel basado en las resoluciones de la ONU, a cambio del reconocimiento de Israel por parte de todos los Estados árabes”. La Liga Árabe, que representa 22 Estados del Medio Oriente, respaldó la propuesta, pero el gobierno de Israel la rechazó. El primer ministro de Israel, era entonces el ultraderechista general, Ariel Sharón. En la Casa Blanca gobernaba su mentor ideológico, el presidente, George W. Bush.
Para empezar, la difícil mediación israelí-sudanesa tropieza con la impopularidad de los “Acuerdos de Abraham” entre los países árabes, considerado como una “traición” a la causa palestina. A ello habría que agregar que el presidente Biden, no es santo de la devoción del príncipe saudita, Mohammed bin Salman, por calificarlo de “paria” durante su campaña electoral por el asesinato del periodista, Jamal Khashoggi. ¿Por qué el príncipe habría de ayudarlo ahora en su reelección?