Emelito sostiene que esos acontecimientos mostraron el genio táctico y estratégico
del Comandante en Jefe, Fidel Castro. Foto: Raúl García Álvarez
Por Raúl García Álvarez
La frustrada invasión apoyada por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo y Estados Unidos contra la Revolución cubana en 1959, corrió esa suerte por el talento de Fidel Castro y el respaldo popular, aseguró Emelio Taurín Domínguez (Emelito).
En declaraciones a Prensa Latina, el ahora integrante de la Asociación de Combatientes de la Revolución cubana y en aquel entonces primer teniente del Ejército Rebelde, relató el enfrentamiento contra la conspiración batistiano-trujillista, organizada y financiada por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Taurín Domínguez, oriundo de la central provincia de Sancti Spíritus, y ahora residente en La Habana, frisa los 88 años de edad. Muy joven integró el Movimiento 26 de Julio en el poblado de Jatibonico, y se vinculó al II Frente Nacional del Escambray hasta el triunfo de la Revolución, el 1ro de enero de 1959.
Corría el mes de junio cuando conoce del viaje a Estados Unidos del traidor William Morgan para ajustar la estrategia con diplomáticos dominicanos y la participación de lo más selecto de la tiranía batistiana y otros mercenarios.
“El proceso comenzó a andar rápido”, indicó, y la conjura llegó a conocimiento de Fidel Castro, del comandante Ramiro Valdés, jefe del Departamento de Inteligencia del Ejército Rebelde, y otros oficiales de alto rango.
En el Vedado capitalino teníamos una gran mansión frecuentada por los contrarrevolucionarios y sus acólitos desde la cual diseñaban su estrategia, “hasta llegaron a proponer quién sería el presidente y el vicepresidente de Cuba al caer el poder”. Todo esto sucedía a nuestra vista, porque nos consideraban desafectos al proceso, apuntó Taurín Domínguez.
“Eran momentos difíciles, hacíamos un gran esfuerzo en nuestros sentimientos. Era despreciable escuchar cuántas blasfemias y horrores se hablaban de nuestros dirigentes y se vanagloriaba el imperio y quienes se prestaban para la conspiración”, argumentó.
“A ese palacete vedadense, llegaron dirigentes de la oposición, criminales de todas las provincias, exmiembros del Ejército de la tiranía y extranjeros que estaban en el país. Era un gran complot, teníamos bien controlado, todo sitiado.
“Llegó el 7 de agosto, fecha prevista en que el líder de la Revolución y el aporte de los comandantes Juan Almeida, Ramiro Valdés y Efigenio Ameijeiras , entre otros, ordenaran las detenciones para neutralizar a los principales conspiradores.
“Detuvimos a 41 mercenarios con un solo incidente, un personaje que se decía iba ser jefe de la policía sacó un arma y Artola con un disparo logró tumbársela”, relató.
Por el garaje, detalló, llegaron Fidel, Ramiro y Celia Sánchez y en uno de los cuartos comenzaron las entrevistas uno por uno. Momentos antes fotógrafos del periódico Revolución habían tomado gráficas: para que el mundo supiera de los acontecimientos.
“En esa fecha, Morgan llegaba de Estados Unidos por el puerto de La Habana en un yate con armas donadas por Trujillo para apoyar la rebelión en Cuba; “(ellos) vivían una fantasía, la realidad era todo lo contrario se fortalecía la Revolución”, anotó.
“Cada momento representó otra odisea de los combatientes, mientras al dictador dominicano llegaban todos los días partes de miles de desertores del Ejército Rebelde, apoyados por el pueblo y campesinos, así como las tomas de ciudades y pueblos.
Como parte del juego, se ordena a nuestro grupo de seguridad, a miembros del Ejército y oficiales viajar a Las Villas, por Cienfuegos, y se crea un ambiente de tomas de localidades en la montaña para preparar el asalto a Trinidad.
Un día después sin posibilidades de aterrizaje de un avión lanzan por Playa Inglés, más armas en paracaídas, muchas cayeron al mar y fueron recogidas posteriormente por vecinos de la zona y milicianos.
Cada hora, resaltó Emelito, se aproximaba más el desenlace de la operación. En la tarde del 12 de agosto llegaron en helicóptero Fidel, Camilo Cienfuegos, Celia y otros oficiales. Ya en Santo Domingo daban por tomada la villa trinitaria, y ante un pedido de más ayuda preparan su envío.
“Los elementos de la CIA y los trujillistas estaban totalmente engatusados. Llegó otra nave, un C-46, y descienden el piloto Soto, el copiloto Betancourt, mientras el cura Ricardo Velasco dio su bendición antes de entregar los pertrechos.
“Fue una escena de teatro con aplausos, abrazos y sobre todo ¡Viva Trujillo! y ¡Abajo Fidel!, mientras retumbaban explosiones, disparos, había incendios en la ciudad. Llegaron 10 bazucas, balas de diversos calibres y pistolas para tres mil complotados.
“El 13 de agosto, cumpleaños 33 del líder histórico de la Revolución cubana, la llevábamos en el corazón como un legado histórico; Fidel no descansaba, una jornada para recorrer y visitar vecinos de Trinidad, con los cuales conversó, jugó pelota e hizo prácticas de tiro.
“A la una del día informaron desde Ciudad Trujillo que “a la hora convenida llegaría un camión con técnicos y armas” y que luego arribarían otros 300 hombres y más armamentos. Al oscurecer se produjo el aterrizaje con pertrechos y 11 tripulantes, seis traían la encomienda de quedarse para supervisar las acciones.
“Nos dividieron en dos grupos, a mí me tocó trasladar los recién llegados al cuartel de la tiranía, donde se les desarmaba, y Fidel junto a otros oficiales los interrogó, otros con el comandante Artola buscarían a los pilotos.
“En esa acción se produjo un intercambio de disparos, en el cual perdieron la vida Eliope Manuel Paz y Frank Hidalgo y 42 días después falleció el primer teniente Oscar Reyto. El enemigo tuvo dos bajas”.
Taurín Domínguez valoró de trascendental los días vividos cerca de Fidel, Camilo, Celia, Ramiro y otros oficiales. Ellos podían descansar algunos momentos, pero nosotros teníamos en nuestras manos sus vidas y en ellos los destinos de la Revolución.
“Esos acontecimientos, mostraron el genio táctico y estratégico del Comandante en Jefe, Fidel Castro, quien confundió a los jefes de la sedición, en tanto que trinitarios, campesinos y combatientes aguardaban expectantes para dar el golpe definitivo”, concluyó. (Tomado de Prensa Latina)