Camilo y Che
por Lino Luben Pérez
Aquel primero de septiembre de 1972 estableció compromisos para cerca de 200 jóvenes cubanos, contribuyó a su formación, influyó en la adquisición de oficios novedosos y los motivó a cumplir la misión confiada por el Comandante en Jefe Fidel Castro: construir durante tres años escuelas secundarias básicas en la entonces Isla de Pinos.
En el II Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, efectuado ese año, el propio Fidel argumentó la necesidad de crear la Brigada Constructora Seguidores de Camilo y Che a fin de contrarrestar el impacto destructivo del huracán Alma en 1966 en aquel territorio, situado a 143,30 kilómetros de La Habana y de por sí olvidado por los gobiernos anteriores.
Muy rápido se organizó el contingente, integrado por 172 personas, con promedio de edad de 30 años, más varones que hembras y en su mayoría de la capital, sobre todo provenientes de organismos de la Administración Central del Estado y donde predominó la voluntariedad.
Su consigna El presente es de lucha y el futuro es nuestro, evidenció las urgencias socio-económicas que promovía la Revolución Cubana en medio de movilizaciones gigantescas, y que pusieron de manifiesto el desarrollo y consolidación del Movimiento de Columnas.
Una iniciativa de ese tipo llegó a agrupar a más de 45 mil jóvenes movilizados en las tareas de la zafra, la agricultura en general y las construcciones, entre otras “obras de choque”, como entonces las denominó la Unión de Jóvenes Comunistas y que se extendió por sus experiencias aglutinadoras , estratégicas y con resultados halagüeños.
Con semejantes convicciones, el primero de septiembre de 1972 congregaron a los brigadistas en el Ministerio de la Construcción, después en La Mariposa, de la Escuela Superior de Educación Física, hasta su traslado al puerto de Batabanó.
A bordo del Ferry Palma Soriano, elevaron anclas con dos horas de atraso y por fin llegaron después al puerto de la ciudad de Nueva Gerona, donde los recibieron estelarmente. También experimentaron un impacto estremecedor: uno de ellos murió ahogado en la presa Vietnam Heroico, en áreas aledañas a su campamento, y fue la única víctima en tres años de su improvisada vocación constructiva.
La encomienda en su conjunto despertó la curiosidad generalizada, en particular de Marcos Stuart Barrueto, un atleta y ejemplo de archivo viviente de la historia por ser el único brigadista que no tiene para cuándo acabar de contar y redactar de sus memorias, escritas a mano, con lápices o bolígrafos y muchas en hojas usadas por una sola cara.
El recuento del encuentro
Muchos años después, Stuart Barrueto sorprendió a sus colegas, cuando contó que poseía una vieja lista y con una desmesurada concentración se dedicó en sus ratos de jubilado a localizar los teléfonos de la mayoría de ellos.
Su método consistió en consultas al Directorio Telefónico de Cuba y sus correspondientes direcciones particulares que se encarga de actualizar, en combinación con las irremediables colas de la actualidad, principalmente por la desmedida agresiva de la política del gobierno de Estado Unidos.
Para mi inefable e inveterado entrevistado, sus gestiones sirven para mantener sus contactos y hasta celebrar cumpleaños y fechas memorables, y por su cuenta, suman 172 los integrantes de la mencionada brigada constructora.
Allá, los que vinieron de Cuba, concepción original de los pineros al referirse a su isla, no solo edificaron planteles para alumnos internos, cubanos y extranjeros, de séptimo a décimo grados, sino también obras sociales, participaron en la descarga de cemento a granel de buques surtos en la rada pinera, en actividades recreativas, culturales y deportivas, y hasta en la extinción de incendios.
Semejante colectivo lo conformaron técnicos, especialistas, obreros, profesionales, artistas y actores, entre estos últimos Tito Junco Martínez (1944-2003), popular actor cubano de teatro, cine y televisión, quien no dio tiempo de entregarle su carné de militante del Partido Comunista de Cuba.
También el Teniente Coronel (R) de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) José Ángel Gárciga Blanco, autor de 20 libros, por ahora, confiesa sin inquietante mutismo.
El tres de agosto de 1973, la mayor parte de ellos se incorporó a la Brigada Independiente del Ejército Juvenil del Trabajo, constituida hace 50 años en Camagüey por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, con la fusión de la Columna Juvenil del Centenario en un gesto de defensa y producción en lo que sería la fuerza más productiva de Cuba, sobre todo en la agricultura cañera y agropecuaria.
En el caso de los Seguidores de Camilo y Che, un grupo retomó sus funciones por terminación de su servicio militar, y la mayoría engrosó sus filas con personal de otras brigadas hasta concluir su misión en 1975, fecha en que algunos pasaron a su Estado Mayor, a las FAR y a sus respectivos organismos.
Solo tres años faltaban para que la Asamblea Nacional del Poder Popular, el dos de agosto de 1978, adoptara el acuerdo de cambiarle el nombre a esos dominios por el de Isla de la Juventud.
En general, 51 años después, los propios brigadistas se encargan de promover homenajes internos, con su Comité Organizador al frente, y aún rememoran el convite de Fidel que demostró la preponderancia de la juventud desde épocas tempranas. (Tomado de ACN)