Imagen ilustrativa tomada de Milenio
Por Alfredo García Almeida*
La sabiduría popular norteamericana afirma, que cuando un elector cualquiera que sea su militancia partidista o independiente, se para frente a una urna para emitir su voto en una reelección presidencial, se pregunta: “¿Estoy económicamente mejor o peor?” Si la respuesta es “mejor”, vota por la reelección, si la respuesta es “peor”, vota por el rival.
Sin embargo, el manifiesto egoísmo de la cultura norteamericana, ha cambiado radicalmente en la última década. La esperanzadora llegada a la Casa Blanca del duplo, Barak-Biden, después del hartazgo popular por la embestida guerrerista del presidente, George W. Bush, la insólita elección del advenedizo y caótico magnate inmobiliario, Donald Trump, la relativa estabilidad de los dos mandatos de Obama y la desconfianza sobre el proceso electoral promovido por Trump, ha influido dramáticamente en la conciencia política del electorado norteamericano.
El prometedor exsenador demócrata, Barack Obama, recibió un inesperado premio, Novel de la Paz, en octubre de 2009 a solo 9 meses de haber llegado a la Casa Blanca, más por sus promesas que por sus logros. Sin embargo al dejar el gobierno, su legado incluye el derrocamiento y asesinato del líder de la revolución libia, Muhammad Gadafi, la intervención militar en Siria, el bombardeo con drones en Afganistán, la injerencista “primavera árabe” en el Medio Oriente, la ejecución del líder afgano, Osama bin Laden, violando la soberanía de Pakistán, la continuación de la expansión de la OTAN hacia las fronteras rusas y el derrocamiento del presidente ucranio, que dio inició al conflicto que hoy tiene en vilo a toda la humanidad.
No obstante, Obama equilibró la política intervencionista con la suspensión del tenebroso legado de Bush (coerción con la guerra y la tortura), el acuerdo nuclear con Irán, el énfasis en la lucha contra el cambio climático, el reinicio de las relaciones diplomáticas con Cuba y puso fin a la tan criticada arrogancia de Washington por parte de sus aliados europeos.
Sin embargo, el imperialismo “suave” aplicado por Obama, no fue suficiente para el generalato del Pentágono, ni para el complejo militar industrial. La ultraderecha republicana arremetió con brutal fuerza electoral y manipulación política en las primarias, convirtiendo en candidato a la presidencia al inexperto, Donald Trump, un populista ultra, con una retórica nacionalista y xenófoba gobernando de forma errática, sembrando la desconfianza hacia las instituciones públicas y el sistema democrático. En estas elecciones, se revela que la estrategia hasta entonces oculta del liderato republicano, era la de minar la confianza hacia el Partido Demócrata y las instituciones públicas con fines inconfesables.
Aunque para los expertos los temas nacionales en noviembre de 2024, seguirán siendo prioritarios para los electores (economía, inflación, aborto, inmigración), el calentamiento global, la guerra en Ucrania y Gaza, el conflicto con Rusia y China y el desboque amenazador de Israel y Corea del Norte, pueden aparecer en esta ocasión decisivos en el voto joven, mujeres, hispanos e independientes.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.