Por Pedro Rioseco
A sólo 83 días del triunfo de la Revolución Cubana fue creado el 24 de marzo de 1959 el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), reflejo de la importancia que los líderes del triunfante proceso dieron siempre a la cultura como baluarte de la independencia y soberanía nacional.
La ley 169 del Consejo de Ministros del Gobierno Revolucionario de la República de Cuba, promulgada ese día de marzo y firmada por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, en calidad de Primer Ministro y Armando Hart Dávalos, como Ministro de Educación, definió el carácter, estrategia y propósitos que caracterizarían el futuro cine revolucionario.
Estableciendo como premisa que el cine es un arte, el artículo primero de la nueva ley definió la finalidad de la Institución de "organizar, establecer y desarrollar la Industria Cinematográfica, atendiendo a criterios artísticos enmarcados en la tradición cultural cubana y los fines de la Revolución.
Su presidente fundador fue Alfredo Guevara, y no podría ser otro pues Alfredo, como era conocido en el mundo intelectual desde sus tiempos en la Universidad de La Habana como compañero de estudios y de luchas de Fidel y Raúl Castro, era la persona fiel con capacidad sobrada para llevar el cine cubano al lugar cimero, como lo logró en las tres décadas que dirigió al ICAIC.
Alfredo Guevara
Antes de 1959 Guevara había tenido algunas experiencias en el cine. En Cuba participó junto a Julio García Espinosa en la realización del documental de 16 minutos El Mégano, descarnada denuncia de las condiciones de vida de los carboneros de la Ciénaga de Zapata y la conclusión inferida de que para cambiar esa realidad era necesaria una revolución. El documental fue secuestrado por los órganos represivos de la dictadura de Fulgencio Batista porque lo catalogaron de película comunista, y en 1959 se logró rescatar a pocos días de triunfar la Revolución Cubana.
En 1960 se crea también la Cinemateca de Cuba, que asumió bajo su protección todo el patrimonio fílmico nacional y extranjero existente en el país. Ese mismo año se funda el Noticiero ICAIC Latinoamericano, dirigido por Santiago Álvarez y concebido para una frecuencia semanal con 10 min de duración y para ser exhibido antes de la película de estreno de la semana. También en 1960 surge la Revista Cine Cubano, y mediante el sistema de Unidades Móviles comenzó a llevarse el cine a las montañas y los lugares más intricados y distantes.
En 1969 el ICAIC apadrinó la creación del Grupo de Experimentación Sonora, dirigido por Leo Brouwer, en el cual se gestó el Movimiento de la Nueva Trova con figuras como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Eduardo Ramos, Sara González y Noel Nicola. En 1983 Guevara fue designado embajador de Cuba ante la UNESCO en París, Francia, y regresó a la presidencia del ICAIC a finales de los años 90.
Hasta su muerte en 2013, a los 88 años, Guevara fue presidente del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, fundado por él para promover la unidad de los cineastas de la región con criterios propios e independientes de los grandes monopolios de esa industria, y considerado el evento cinematográfico más importante del continente.
Los primeros filmes más destacados del primer año del ICAIC fueron el documental Esta tierra nuestra (1959) y el filme de documental-ficción Historias de la Revolución, ambos de Titón. En el primer mandato de Guevara, hasta 1983, se hicieron películas calificadas luego como clásicas como La muerte de un burócrata, Memorias del subdesarrollo, y La última cena, las tres dirigidas por Tomás Gutiérrez Alea (Titón); Aventuras de Juan Quin Quin (1967), de Julio García Espinosa; Manuela (1966) y Lucía (1968), de Humberto Solás. También
La primera carga al machete (1969) de Manuel Octavio Gómez; El hombre de Maisinicú (1969) de Manuel Pérez Paredes; El Brigadista (1977) de Octavio Cortázar y Los sobrevivientes (1978) de Titón, entre otros.
En 1983 asume la presidencia del ICAIC Julio García Espinosa. Muchos de los realizadores de documentales y del Noticiero ICAIC Latinoamericano, pasaron a hacer cine de ficción y la comedia predomina como género en las producciones fílmicas de esos años, con gran aceptación del público. Entre ellas están Se permuta (1983), Plaff (1988), de Juan Carlos Tabío; Una novia para David (1985), Papeles secundarios (1989), ambas de Orlando Rojas; y La bella del Alhambra (1989), de Enrique Pineda Barnet. De vuelta al cine histórico se filman Cecilia (1981), de Solás; Baraguá (1986) de José Massip y Clandestinos (1987) de Fernando Pérez, entre otros.
A fines de los años 80 se crea la Sección de Cine de la Asociación Hermanos Saíz; se funda la Escuela Internacional de Cine y Televisión de Cuba ubicada en San Antonio de los Baños (1987), y la Facultad de Cine del Instituto Superior de Arte (1988), con el objetivo de apoyar la formación de profesionales de cine, tanto para Cuba como para Latinoamérica.
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La década de los 90 inicia con el filme Alicia en el pueblo de Maravillas (1990) de Daniel Díaz Torres, y Caravana (1990) de Rogelio París. Se suman, entre otros títulos, Adorables mentiras (1991) de Gerardo Chijona; Vidas Paralelas (1992) de Pastor Vega; Fresa y Chocolate (1993), de Titón; cinta de probada trascendencia nacional e internacional; Madagascar (1996); y La vida es silbar (1998), ambos de Fernando Pérez, y Zafiros, locura azul (1997) de Hugo M. Cancio. La primera cinta filmada en Cuba con tecnología digital fue Miel para Oshún (2001), de Solás.
Dos eventos cinematográficos auspiciados por el ICAIC con notoriedad y prestigio nacional e internacional son el Festival Internacional de Documentales Santiago Álvarez in memoriam, y el Festival Internacional del Cine Pobre, que fundó y presidió hasta su muerte Humberto Solás.
Los Estudios de Animación del ICAIC han realizado cortos y películas de gran aceptación por el público, varias de la mano del director Juan Padrón como las del coronel mambí Elpidio Valdés, Vampiros en La Habana y los Filminutos, y El negrito cimarrón, de Tulio Raggi.
En la primera década del nuevo siglo Juan Carlos Cremata presenta su primer largometraje, Nada (2001); Suite Habana (2003), dirigida por Fernando Pérez, marca un hito en el cine de esta década. Humberto Solás hace su última película, Barrio Cuba (2005). Tres jóvenes cineastas debutan en ficción con la película Tres veces dos (2004); Pavel Giroud, Lester Hamlet, Esteban Insausti; y Enrique Pineda realizan La Anunciación (2010), por solo citar algunos títulos.
La historia del cine cubano está inseparablemente unida a la de la Revolución.