Imagen de archivo/RHC

Por Alfredo García Almeida*

El dilema del presidente, Joe Bien, entre su reelección y el apoyo a Israel, está llegando a su fin. Biden quizás pensó que el incondicional apoyo a Israel, en una guerra relámpago contra Hamás, consolidaría su reelección. Pero el conflicto se ha prolongado y sus resultados son contrarios a lo esperado.

La gota que rebosó la copa, fue la abstención de EEUU en la votación de una resolución de “alto al fuego inmediato” en Gaza en el Consejo de Seguridad de la ONU el pasado lunes que permitió su aprobación, en contra del veto solicitado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu. En respuesta, Netanyahu, canceló la visita a Washington de dos de sus hombres más cercanos, el asesor de Seguridad Nacional, Tzaji Hanegbi, y el ministro de Asuntos Estratégicos y exembajador en Estados Unidos, Ron Dermer.

Las relaciones entre EEUU e Israel, se profundizaron desde la declaración del Estado israelí en 1948. Washington fue siempre favorable al voto de Israel en Naciones Unidas, al plan de partición de Palestina y el fin del mandato británico, que sirvió a la comunidad judía para proclamar su independencia. A partir de entonces, EEUU ha mantenido durante décadas, un apoyo político, financiero y militar bipartidista hacia Israel, convirtiendo al Estado judío en una potencia en el Medio Oriente frente a sus vecinos árabes.

Sin embargo, después de 6 meses de guerra contra Hamás en Gaza, la organización insurgente palestina no ha podido ser aniquilada ni rendida por las Fuerzas Armadas israelíes,  y en la medida que crece la masacre de palestinos civiles, aumenta la crítica contra Biden desde sus bases demócratas, obstaculizando su reelección. Los miles de votos de castigo que Biden recibió en las primarias demócratas, de electores dispuestos a no apoyarle en noviembre si no toma distancia de Israel, han obligado a  Biden y su canciller Blinken, a matizar sus declaraciones durante las últimas semanas. A la crítica política hay que añadir la militar: el respaldo de Biden a Israel y la ofensiva sobre Gaza, han provocado una violenta escalada en el Medio Oriente, con los ataques de las milicias aliadas a Hamás en Siria e Irak, contra bases militares norteamericanas.

Después del respaldo incondicional a Israel desde el ataque de Hamás el 7 de octubre, Washington insiste ahora en que la campaña militar israelí en Gaza, debe evitar la muerte de civiles y ha reiterado que el ejército israelí, tenía que hacer más para que no murieran ciudadanos no vinculados a Hamás. La abstención en el Consejo de Seguridad de la ONU, que permitió una resolución exigiendo un “alto al fuego inmediato”, en contraste con el veto norteamericano en los últimos meses, se inscribe dentro de esa acrobacia política.  

Biden ha mantenido durante su carrera un gran compromiso y acercamiento con Israel. Durante sus más de tres décadas como senador, fue receptor de donaciones de grupos proisraelíes. Sin embargo, nada parece mejorar el frágil equilibrio entre su candidatura y el apoyo a Netanyahu. La tendencia a un aumento de la tensión entre ambos líderes en las próximas semanas, puede provocar inesperadas consecuencias, tanto en las elecciones de noviembre en EEUU, como en el gobierno de Netanyahu.

* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.