Héroe de Yaguajay, trazos de su historia

Editado por María Candela
2024-10-23 19:13:26

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Camilo encabezó la caballería de campesinos que partió de Yaguajay para celebrar el asalto al
cuartel Moncada frente al Capitolio en La Habana. (Foto: Perfecto Romero).

Por: Arelys García Acosta*

Los días con sus noches oscuras, lluviosas y místicas tocan nuevamente la piel del combatiente José Luis Rodríguez Carrillo. La remembranza hace obligado el regreso al campamento de Jobo Rosado, sitio escogido por él para que se asentara la Columna Invasora No. 2 Antonio Maceo, dirigida por el Comandante Camilo Cienfuegos.

En la memoria aquella madrugada del 7 de octubre de 1958. La fuerza guerrillera de cerca de 90 hombres, con las ropas maltrechas y hambrientos parecía a lo lejos una sombra fantasmal.

“Venían entrando los primeros combatientes y Félix Torres le pregunta a uno de ellos por Camilo; la respuesta fue: ‘Sigue, es el último en la columna’. Cuando llegó al final volvió a preguntar y le dijeron: ‘Es el número uno de la fila’. Regresó en silencio, y cuando entró a la casa de un campesino que era carbonero, allí estaba sentado Camilo. Se saludaron y Torres habló de renunciar a sus grados, a lo que él le respondió: ‘Usted continúa como jefe de su grupo; usted sigue siendo el Comandante’.

“Llegaron descalzos, con los pies destrozados, la ropa sucia, rota. Había unas hamacas y Félix los mandó a acostar y ordenó a los compañeros bajo su mando a que les curaran los pies, les dieran medicina y los atendieran. Era penoso verlos así”.

Más de cinco décadas han transcurrido y aún el viejo José Luis siente la falta de aquellas ‘camiladas’ que rasgaban las neblinas del aburrimiento o aliviaban el cansancio.

“Una mañana él estaba sentado en una hamaca y me dijo: ‘¡Oye!, guajiro, tengo unos deseos de comer arroz con leche. Yo vivía frente a una vaquería y le dije a mi mujer que me hiciera un cubo lleno de dulce, ella era una especialista en eso. Cuando llegué al campamento que me vio, se dio un alegrón y le empezó a decir a la gente riéndose: ‘¡Que no venga nadie!, me lo voy a comer yo solo’. Entonces, se sentó en una hamaca y empezó a repartir; en cada latica echó un poquito y todo el mundo alcanzó”.

La imagen del Camilo osado regresa a José Luis en la liberación de Venegas a finales de octubre de 1958.

 

El Señor de la Vanguardia conmina a la rendición a los sitiados en el cuartel de Yaguajay. (Foto: Perfecto Romero).

 

 

“Antes del combate le dijo a Félix Torres: ‘Tú vas con tu gente por el frente del cuartel, que yo me voy a meter por atrás. Félix le dijo: ‘No hagas eso’, y él le respondió: ‘No te preocupes que yo lo voy hacer y no rompan fuego hasta que yo tire la bengala’.  Cuando cruzó la cerca de malla, tiró la bengala y se formó el tiroteo; aquello fue de madre porque cuando estaba el combate andando ya Camilo estaba metido dentro del cuartel. Ese hombre era bravo de verdad”.

28 DE OCTUBRE DE 1959. Tras la desaparición de Camilo, quien había partido desde el aeropuerto de Camagüey, comienza la intensa búsqueda por maniguas y tembladeras, por canales y mar abierto. Entre los miles de ciudadanos que peinaron toda la región central del país, se encontraba José Luis.

“Aquí no quedó cayo de manigua donde no se buscara. Recorrimos las costas y también mar adentro y no encontramos ni rastro. Esos fueron días muy duros porque él era muy querido. El que más lo sintió fue el pueblo de Yaguajay. Camilo llegaba aquí y todo el mundo lo rodeaba, saludaba a los viejitos; su encanto era cargar a los niños. Con su tropa era una gente entera. Yo digo que aún hoy el pueblo de Cuba es camilista en peso, y yo soy un camilista mil por mil.

OTRAS EVOCACIONES

Luis Manuel González Castro señala al tacto de la memoria los sitios de la geografía de Yaguajay que le recuerdan al Comandante rebelde. Sentado sobre un tronco en el rígido espacio permitido por la espesa hierba, el viejo práctico, sabedor de cuanto ocuje hay en el monte se hace nuevamente a los trillos de Jobo Rosado, Vergara, Iguará, Alicante…

Luego de un silencio de evocación, las palabras llegan con los trazos exactos del Héroe de Yaguajay.

“El día que conocí a Camilo yo era práctico de la columna de Félix Torres. Félix primero le presentó a mi hermano Mario José, que le decían Cheo Manigua. Camilo, a quien no se le escapaba una para jaranear, me dijo: ‘Si tu hermano es Cheo Manigua, entonces tú serás Manolo Matojo’; después de eso el nombrete pasó también a mi hijo y a mi nieto. Esa es la herencia que me dejó Camilo.

“Yo llevé un mensaje de él a Santa Clara para que le situaran allí comida al Che. De regreso viré con la que era mujer de Félix Torres, Juanita, que simulada estar embarazada pero venía cargada de dinamita. Imagínese cuánta responsabilidad traía yo encima cada vez que salía a una misión. Creo que la suerte me ayudó siempre; a mí no se me despinta muy fácil un trillo, una vereda y eso que eran caminatas difíciles de Jobo Rosado a Punta Alegre, de Juan Francisco a Jobo Rosado”.

 

En las últimas horas de la batalla Camilo junto a un grupo de combatientes del Frente Norte. (Foto: Perfecto Romero).

 

 

Por su parte, Reymundo Rochela Hernández (Mundo) tenía 19 años cuando el jefe guerrillero le entregó su primer fusil Springfield: “Este es tu mamá, tu papá y tu familia; no lo vayas a perder”, rememora el yaguajayense con la memoria viva y firme. No dice más, la emoción corta la remembranza sobre quien se confirma como el hombre de las mil anécdotas, como lo calificara su amigo entrañable Ernesto Guevara.

Este 28 de octubre, el mar, los ríos… cada pedazo de agua cercano se colma de flores nuevas y olorosas; así será siempre porque su sonrisa, su sombrero, su estatura de héroe no se han extraviado en la memoria de su pueblo.

*corresponsal de Radio Habana Cuba en Sancti Spíritus



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