Visita de Marcelo Resende, representante de la FAO en Cuba, a Las Tunas.
Por Maritza Gutiérrez
La colaboración entre la FAO y el gobierno cubano es un ejemplo de cómo el apoyo internacional puede ser un catalizador para el cambio. Es una colaboración de larga data que hoy ha probado su eficacia en momentos de emergencia tras el golpe de la naturaleza y una respuesta coordinada y ágil.
La agricultura en Cuba ha sido históricamente un pilar fundamental de su economía y cultura, pero las adversidades climáticas, el cerco estadounidense, trabas burocráticas y el escenario internacional de crisis múltiples, han puesto a este sector en una situación compleja.
En este contexto, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) se ha comprometido a apoyar la recuperación agrícola en la Isla, implementando estrategias específicas que buscan mejorar la seguridad alimentaria y fomentar prácticas sostenibles.
Un Contexto Desafiante
Durante años, la agricultura cubana ha enfrentado retos significativos, desde el bloqueo económico hasta desastres provocados por fenómenos naturales como huracanes y sequías. La combinación de estas adversidades ha afectado tanto la producción como el acceso a alimentos, llevando a una creciente dependencia de importaciones. A pesar de estos desafíos, el país ha mostrado una resiliencia notable y, con el apoyo adecuado, se puede encaminar hacia una agricultura más sostenible y productiva.
La Intervención de la FAO
En respuesta a la situación actual, la FAO ha diseñado programas específicos para fortalecer la agricultura cubana. Uno de los enfoques clave es la promoción de la agricultura sostenible, que permite a los agricultores adaptarse a las condiciones ambientales cambiantes a la vez que mejora la productividad. Estos programas no solo buscan aumentar la producción de alimentos, sino también proteger el medio ambiente y asegurar el uso sostenible de los recursos.
La FAO ha implementado iniciativas para capacitar a agricultores y extensionistas en prácticas agrícolas ecológicas, como la agroecología, que busca integrar técnicas tradicionales con conocimientos modernos. Esto no solo aumenta la resiliencia ante cambios climáticos, sino que también promueve la biodiversidad y mejora la salud del suelo.
Seguridad Alimentaria
Otro aspecto clave del apoyo de la FAO en Cuba es la mejora de la seguridad alimentaria. La organización ha trabajado en la implementación de sistemas de monitoreo y evaluación que permiten detectar carencias alimentarias y diseñar políticas adecuadas. Además, se han realizado esfuerzos para diversificar la producción agrícola, fomentando el cultivo de variedades locales y orgánicas que son más resistentes a plagas y enfermedades.
Para enfrentar la situación actual, la FAO ha facilitado el acceso a semillas de alta calidad y tecnologías adecuadas que pueden ser utilizadas por pequeños y medianos agricultores. Este esfuerzo es vital, ya que muchos de ellos carecen de recursos para adquirir insumos agrícolas que les permitan maximizar su producción.
Fortalecimiento de las Cooperativas
La FAO también ha enfatizado el fortalecimiento de las cooperativas agrícolas, una característica importante del modelo agrícola cubano. Estas entidades no solo permiten a los agricultores colaborar y compartir recursos, sino que también ofrecen un espacio para la educación y capacitación sobre prácticas agrícolas sostenibles. Al empoderar a las cooperativas, la FAO busca fomentar la autogestión y la capacidad local, asegurando que las comunidades sean partícipes activas en la toma de decisiones sobre su producción y distribución de alimentos.
Innovación y Tecnología
El uso de tecnología es otro componente esencial en la estrategia de la FAO. La organización ha promovido la adopción de herramientas tecnológicas que mejoren la eficiencia en la producción agrícola. Desde sistemas de riego inteligentes hasta aplicaciones móviles que ayudan a los agricultores en la gestión de sus cosechas, la innovación se está convirtiendo en un aliado crucial en la recuperación del sector agrícola cubano.
Además, la FAO ha impulsado la investigación y el desarrollo de nuevas variedades de cultivos que son más resistentes a los cambios climáticos y que requieren menos insumos químicos. Estos avances son esenciales para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de la agricultura en Cuba.
Iniciativas tras la emergencia ciclónica
Luego del impacto del huracán Oscar en la oriental provincia de Guantánamo en octubre pasado, la FAO informó que brindarán apoyo enfocado en la rehabilitación de la producción local de cultivos, ganado ovino y caprino, y producción pesquera. Alrededor de 140 mil habitantes se beneficiarán en los municipios de San Antonio del Sur, Imías, Maisí y Baracoa. Se destinará un total de 680 mil dólares para proporcionar semillas, sistemas de riego, bombas solares, techos y herramientas agrícolas.
Además, se brindará capacitación a 6,850 agricultores sobre buenas prácticas agrícolas y manejo eficiente de recursos. También se implementarán medidas para apoyar a los productores de café, cacao y coco, y se llevarán a cabo actividades de reforestación.
Mirando hacia el Futuro
La colaboración entre la FAO y el gobierno cubano es un ejemplo de cómo el apoyo internacional puede ser un catalizador para el cambio. Si bien los desafíos son numerosos, la implementación de prácticas agrícolas sostenibles, la mejora de la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de cooperativas y la integración de tecnología ofrecen un camino claro hacia la recuperación agrícola.
Cuba tiene el potencial de transformarse en un líder en agricultura sostenible en la región, aprovechando su rica biodiversidad y capital humano. Con el apoyo constante de la FAO y el compromiso de sus agricultores, la nación puede no solo superar las adversidades actuales, sino también construir un futuro más próspero y sostenible para todos sus habitantes.
En conclusión, el apoyo de la FAO a la agricultura en Cuba es un faro de esperanza en tiempos difíciles. A través de la promoción de la sostenibilidad, la innovación y el fortalecimiento de las comunidades locales, se vislumbra un futuro positivo para la producción agrícola en la Isla. Con cada semilla sembrada, se planta también la promesa de un mañana más seguro, sostenible y próspero.