Por: Alfredo García Almeida*
A casi medio siglo de aplicar el gobierno del presidente demócrata, Jimmy Carter, la política de “matar con amor” a la revolución cubana, la victoria electoral del republicano, Donald Trump, resucita la maquiavélica tesis con nuevos aportes.
“Sin levantar el embargo e incluso aumentando la presión, frenar la migración hacia Estados Unidos; impedir el envío de dólares y, a cambio, facilitar la paquetería, es decir, manteniendo el palo, debe además ofrecerse una zanahoria, y es ahí donde, Donald Trump, con su control del Ejecutivo, del Legislativo y del Judicial, puede ejercer su conocida originalidad e imprevisibilidad en política internacional y ganarse un lugar en la historia, cambiando las que han sido hasta ahora las reglas del conflicto”, aseguró una periodista opositora cubana.
La historia de sustituir la “fuerza” con el “amor” para derrocar la revolución cubana, apareció en 1977, durante el gobierno del demócrata, Jimmy Carter. A través de dos directivas presidenciales secretas, Carter, fijó su intención de iniciar un proceso que podía culminar en la “normalización” de las relaciones con Cuba. Los EEUU debían buscar la promoción de los siguientes intereses: “Lucha contra el terrorismo; derechos humanos; contener la intervención foránea de Cuba; compensación por las propiedades estadounidenses expropiadas; y reducción de las relaciones (políticas y militares) de Cuba con la URSS”.
En 1977, se negociaron los problemas más simples en las relaciones bilaterales, pero a partir de 1978, el proceso comenzó a retroceder, frente a la aspiración del gobierno norteamericano, de que Cuba cediera terreno soberano en materia de política exterior. Para 1979, Carter, firmó una nueva directiva presidencial sobre Cuba, con cuatro objetivos específicos: 1. Reducir y a la larga sacar a las fuerzas militares cubanas desplegadas en el extranjero; 2. Socavar la ofensiva cubana en pro del liderazgo en el Tercer Mundo; 3. Lograr que Cuba se contuviera respecto a la cuestión de Puerto Rico, y 4. Impedir la intensificación de la presencia soviética en las fuerzas armadas cubanas. A cambio, solo promesas.
Carter perdió su reelección frente al republicano, Ronald Reagan y el proceso fue cancelado. Ningún otro presidente norteamericano, hasta Obama en su segundo mandato presidencial, se planteó la normalización de las relaciones con Cuba. Sin embargo, durante ese intervalo de tiempo, se mantuvieron contactos secretos, entre el gobierno cubano y las administraciones demócratas y republicanas.
En las negociaciones entre el gobierno norteamericano y el cubano, hubo esperanza de que se pusiera fin a la histórica hostilidad de Washington con La Habana. En 2014, una directiva presidencial de política hacia Cuba anunciada por la administración Obama, retomó la tesis de Carter de “matar con amor” la revolución cubana, al plantear “no aspirar a cambiar el régimen en Cuba”, sin esconder tales intenciones, al defender la continuidad de los programas de corte injerencista y subversivo.
La victoria electoral del vicepresidente, Joe Biden, en 2020, alentó una vez más la posibilidad del cambio de política de EEUU hacia Cuba. Esta vez fue solo una ilusión. Sin embargo la elección de Trump y su conocida conducta imprevisible y prepotente en términos políticos, ha despertado la vieja tesis de “matar con amor” entre los nostálgicos contrarrevolucionarios e inconformes moderados.
* periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.