Imagen: El Tiempo.
Por: Alfredo García Almeida*
La naturaleza impredecible del presidente electo de EEUU, Donald Trump, sugiere que la nación norteamericana está a punto de experimentar cambios dramáticos, para bien o para mal.Tanto su ausencia de rencor sobre los adversarios, como las bromas sobre asuntos muy serios, demuestran un temperamento tenaz e impulsivo, con marcada tendencia a obviar dificultades o terminar contiendas.
La consideración de su exadversario, el gobernador de Florida, Ron de Santis, quien lanzó golpes agresivos contra Trump durante las primarias republicanas, para sustituir a Pete Hegseth, como candidato para secretario de Defensa, nombramiento actualmente en crisis en el Senado, tras la polémica suscitada por una acusación de violación y un correo electrónico de 2018 de la madre de Hegseth, en el que lo acusaba de un patrón de abuso hacia las mujeres; así como la broma durante la cena del pasado 29 de noviembre con el primer ministro, Justin Trudeau, sobre “si Canadá debería convertirse en el Estado número 51 de EEUU”, si no puede soportar los efectos económicos del 25% de los aranceles que quiere imponer sobre todos los productos importados de Canadá cuando llegue a la Casa Blanca en enero, confirman las condiciones mentales “sui generis” del presidente electo.
La relación entre Trump y DeSantis ha tenido altibajos, particularmente en el periodo en el cual el gobernador de Florida, compitió contra Trump por la nominación del partido, para convertirse en su candidato presidencial. A medida que DeSantis buscaba consolidar su liderazgo político en las primarias, Trump inició una campaña de insultos y descalificaciones dirigidas el gobernador.
En febrero de 2023, el presidente electo lo acusó sin pruebas, de conductas sexuales inapropiadas a través de una publicación en la red social, Truth Social, propiedad del magnate. También lo calificó como un “globalista” y de no ser un republicano auténtico. En numerosas ocasiones, utilizó el apodo de “DeSantimonio” para burlarse de él. Sin embargo, la actitud hostil de Trump hacia DeSantis, dio un viraje a la cordialidad a partir de que el gobernador sustituyó su campaña por el apoyo a Trump.
Por su parte, el ministro canadiense de Seguridad Pública, Dominic LeBlanc, que estaba con Trudeau en la cena íntima con Trump en el club Mar-a-Lago, se apresuró a corregir el entuerto de Trump, aclarando que su ocurrencia era claramente una “broma” y no algún tipo de señal de un plan serio para anexionar Canadá, según ha informado CBC.
“Durante una velada social de tres horas en la residencia del republicano en Florida, durante el puente de Acción de Gracias, la conversación estaba destinada a ser desenfadada. El presidente contaba chistes, nos tomaba el pelo; por supuesto, no era un comentario serio en absoluto”, señaló LeBlanc. “El hecho de que haya una relación cálida y cordial entre los dos líderes y que el presidente sea capaz de bromear así, creemos que es algo positivo”, agregó el ministro canadiense, dando un giro elegante a la barrabasada de Trump. Tanto las paces con Di Santis, como la “broma” con Trudeau, son evidencias de un segundo mandato prometedor de Trump.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.