Rebeldes sirios por las calles de Damasco. Foto: Archivo/France 24
Por: Alfredo García*
“Siria es un desastre, pero no es nuestro amigo y Estados Unidos no debería tener nada que ver con ello. Esta no es nuestra lucha. Dejemos que (la situación) se desarrolle. No se involucren”, escribió Trump antes de reunirse con el presidente francés, Emmanuel Macron, en el Palacio del Elíseo, en París.
Más tarde al encontrarse con su homólogo francés, Trump le dijo: “Ciertamente parece que el mundo se está volviendo un poco loco en este momento”, aparentando estar ajeno a la maniobra política internacional, que puso fin al gobierno de Bashar al-Ásad.
A juicio del prestigioso analista internacional mexicano, Alfredo Jalife-Rahme: “Detrás de la guerra civil en Siria, en medio de la grave crisis financiera a los dos lados del Atlántico norte, se encontraría el objetivo primordial de golpear a Irán y librar una guerra de baja intensidad de EU, Reino Unido y la OTAN contra Rusia y China”, aseguró en un estudio en julio del 2012.
Los medios occidentales envuelven los sucesos de Siria, en un velo de misterio y sorpresas. Sin embargo, los contactos entre aliados y enemigos de Siria días antes de la ofensiva relámpago “rebelde”, que tienen su origen en la cumbre de Los Cabos, entre los presidentes, Barak Obama y Vladimir Putin, en junio de 2012; y el “sorpresivo” colapso del gobierno de Assad después cinco décadas de resistencia, revelan el involucramiento de todos los factores en pugna, teniendo como centro los conflictos de Ucrania y Gaza.
Los principales países y partidos que apoyaron al gobierno sirio desde el inicio de la “primavera árabe” en marzo de 2011, fueron Irán, Rusia y la milicia libanesa Hezbolá, mientras los grupos “opositores” convertidos en “rebeldes” sirios, recibieron apoyo político, logístico y militar de Estados Unidos, Turquía, Arabia Saudita, Qatar, Gran Bretaña, Francia, Israel y los Países Bajos.
A poco más de un mes de asumir el Gobierno de EEUU, Trump, deberá hacer público el enfoque respecto al panorama sirio, una cuestión que pone a prueba su promesa de evitar involucrarse en “guerras interminables” y poner fin a las existentes, en particular Ucrania y Gaza.
Siria, como enclave estratégico que conecta el Mediterráneo con Asia Menor y donde confluyen intereses de potencias regionales e internacionales, enfrenta el riesgo de fragmentarse en facciones rivales o convertirse en refugio de grupos extremistas.
Uno de los mayores desafíos es la relación con los grupos rebeldes, particularmente, Hayat Tahrir al Sham (HTS), una organización incluida en la lista de grupos “terroristas” por Estados Unidos y la ONU.
Cualquier cambio en la calificación de HTS, será una decisión que recaerá en el equipo de Trump. El futuro de la presencia militar de EEUU en el este de Siria, con cerca de 900 soldados, despejará dudas sobre la participación del presidente elegido, en el derrocamiento de al-Asad. La política de Estados Unidos hacia Siria, pondrá a prueba a la administración de Trump.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.