Foto: Youtube
Por: Alfredo García Almeida*
Al asumir la presidencia en enero de 2017, Donald Trump citó el concepto de “Paz a través de la fuerza”, como elemento central de su política exterior general de “Estados Unidos primero”. La introducción a la Estrategia de Defensa Nacional de Estados Unidos de 2018 afirma: “La postura de fuerza de Estados Unidos, combinada con los aliados, preservará la paz a través de la fuerza”.
No obstante, existen dudas, sobre quienes serían los encargados de implementar tal fórmula. El carácter contestatario de Trump es tan amplio y su estilo tan audaz, que no se descartan sorpresas en las negociaciones con sus adversarios, al interpretar la idea de “paz con fuerza”, en su visión empresarial. En su discurso de victoria electoral, Trump, aseguró ante un mundo expectante, que no iba a “iniciar guerras, sino a detenerlas”.
Durante su primer gobierno, Trump tuvo tres secretarios de Defensa distintos y cuatro asesores de Seguridad Nacional, todo un récord de corta duración, muchos de ellos veteranos halcones y prestigiosos militares retirados que describieron a su jefe, como alguien que “no entiende” los asuntos mundiales, un “antilíder” que divide la nación, una persona “no apta” para el cargo, o un “peligro” para las instituciones.
Sin embargo esta vez, Trump no es el advenedizo presidente sin experiencia política, privilegiando la cercanía personal, su condición clasista (millonarios) y el enfoque de seguridad, en los nuevos nombramientos en política exterior. Las designaciones de altos funcionarios y embajadores para América Latina, así lo demuestran. Ninguno ha hecho carrera diplomática y en su mayoría no tienen experiencia representando a EEUU, pero de conjunto dejan en claro su compromiso personal con Trump y el nuevo enfoque: seguridad en el control migratorio como eje de la política exterior.
El senador, Marco Rubio, de origen cubano, será el primer secretario de Estado de EEUU con raíces hispanas. Como segundo de Rubio, Trump, nombró al exembajador en México, Christopher Landau, quien además es un especialista del proceso político venezolano. En el caso de Argentina, fue nombrado el médico de origen cubano, Peter Lamelas, quien hizo donaciones a su campaña y que no cuenta con ninguna experiencia diplomática. Respecto a Colombia, el mandatario designó a otra persona sin experiencia diplomática alguna y quien antes había sido detective. Se trata de Daniel J. Newlin, quien también hizo donaciones a la campaña electoral de Trump. Ante Uruguay nominó como nuevo embajador a Lou Rinaldi, un exitoso empresario al que definió como “amigo de toda la vida” y “gran golfista”; mientras que a Brandon Judd, lo eligió como embajador en Chile, sin experiencia en el mundo diplomático. Judd es exmiembro de la Patrulla Fronteriza, donde hizo carrera por casi 30 años, con lo cual Trump ratificó que el enfoque de la Casa Blanca será la seguridad.
Como embajador en México, fue designado, Ronald Johnson, un veterano de la CIA y exasesor contrainsurgente durante la guerra en El Salvador, quien simboliza, según expertos, un viraje de Washington hacia una política de mano dura contra la crisis migratoria y el tráfico de fentanilo.
El concepto “Paz con fuerza”, contradice el artículo 2.4 de la Carta de las Naciones Unidas, que afirma: “Los Miembros de la Organización en sus relaciones internacionales, se abstendrán de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado o en cualquier otra forma incompatible con los Propósitos de las Naciones Unidas”.
*periodista, analista internacional colaborador desde Mérida, Yucatán.