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Foto tomada de su perfil de FB.
Por: Daniel Céspedes
Del fotógrafo cubano Izuky Pérez Hernández (Banes, Holguín, 1982)[1] han escrito en varias ocasiones voces autorizadas de la crítica de arte de la isla. Como muchos especialistas se han acercado a la excelencia de su lente, se teme incurrir en los mismos tópicos cuando se conversa con él o se escribe de su obra.
Pero sucede que, incluso dentro de una insistencia temática (desnudo, paisaje, quinceañeras…), Pérez Hernández muestra una variedad que no atañe solo a lo retratado, sino a una mirada de conjunto inconforme, curiosa y presta por lo general a la innovación. Izuky tiene presente que el resultado de una fotografía depende, a ratos, de una intimidad especial entre la cámara y cierto recorte del mundo que un fotógrafo no siempre consigue explicar. Es como si se tratara de la potestad técnica opacada por una epifanía.
Él sabe también que el dominio de una técnica no significa ampararse en fórmulas facilistas. Sabe asimismo que, cuando el arte es auténtico, sobresale resuelto, y la técnica no se echa a ver. Cumple lo que pedía José Bergamín: «ver realizar lo más difícil como si no lo fuera, diestramente, con gracia, sin esfuerzo, con naturalidad. Es esta, en todo arte, la supremacía verdadera: vital». Sobre su camino por la fotografía y algunas de sus ramificaciones, revela Izuky Pérez Hernández.
Dorothea Lange aseveró hace unos años: «No es accidental que el fotógrafo se meta a fotógrafo como no lo es que el domador de leones se meta a domador». ¿Qué te hizo interesarte en la fotografía?
-Empecé en la fotografía por azares de la vida. En mis inicios fui profesor de informática y necesitaba de los programas de edición para hacer multimedias educativas. Esto me llevó a dominar primero las herramientas de edición de fotografía de aquel momento. Han pasado ya veinte años. Te tengo que confesar que eso generó en mí la necesidad de empezar a crear mis propias imágenes —el fotógrafo no es un imitador sino un reinventor del mundo—, esto evidentemente tuvo que ver con mi simpatía e insistencia en el arte fotográfico.
¿Cuáles son esos fotógrafos que te influyeron?
-Hay algunos que te influyen indirectamente y pareciera que uno ni los reconoce. Pero están ahí, marchan contigo tanto como los que uno reconoce más. En mi caso te pudiera mencionar al ruso Ruslan Lobanov, el alemán Helmut Newton, el polaco Waclaw Wantuch, el japonés Nobuyoshi Araki, el francés Jeanloup-Sieff, el estadounidense Spencer Tunick… Está también la francesa Bettina Rheims.
¿Hay alguna frase de uno ellos que te acompañe?
-Bueno, hay varias. Pero precisamente de Bettina Rheims recuerdo mucho esta: «Me encanta la carne. Soy una fotógrafa de la piel».
De esos célebres y celebrados del lente, ¿quién o quiénes no te gusta(n)?
-Creo que de todos he aprendido mucho. Principalmente en el campo del desnudo, que es el tipo de fotografía que hago como un proyecto personal. Pues también incursiono en otros tipos de fotografía de las cuales, por supuesto, tengo otros referentes. El gusto de cada persona por un concepto fotográfico ya es algo muy particular. Pero hay ciertos particulares que se salen del canon que al menos a mí me interesa, o que yo entiendo como algo bello o hermoso, aunque sean grotescas —hay cosas y seres grotescos que para mí son hermosos—.
En el contexto nacional hay algunas proyecciones conceptualistas que no tienen realmente mucha fuerza técnica ni un soporte estético creativo desde el punto de vista de tecnicismo y otros asuntos concernientes a la fotografía. Pues la fotografía tiene mucho que ver con la cuestión técnica. El dominio de muchos factores (luz, sincronismo, el color, el manejo de la cámara, composición, uso de ópticas específicas para cada fotografía…) son de suma importancia. A veces, detrás de cierta fotografía conceptual —y aquí aludo no solo al caso cubano sino mundial—, se esconden evidentes deficiencias creativas.
Todo merece ser registrado, pero, ¿qué no merece tu tiempo?
Sería espectacular poder decidir en el tiempo de cada persona. Lo que sucede es que tristemente eso casi nunca pasa. Voy haciendo una especie de reciclaje artístico y creativo, ya que siempre tengo que reinventarme y actualizarme en diferentes asuntos. Así se puede, a mi entender, encontrar nuevos caminos o persistir en cuanto deseo lograr. Creo que la mayoría de las cosas que nos suceden en la vida son dignas de ser inmortalizadas —todo tiene el derecho de ser registrado—, a través de la fotografía.
Desde hace tiempo muchos optan por realizarse sus propias fotos. Se pensaría que ya no importa estudiar fotografía en una época de falsos famosos y donde cualquiera pretende influir. ¿Qué crees de esta democracia de la fotografía en la actualidad?
La fotografía está de moda hace varios años, desde que se ha democratizado tanto la manera en que se realiza. Necesariamente eso no significa que la fotografía se haya enriquecido porque, como sabes, hay de todo en la viña del señor. Entonces hay que aprender a discernir lo bueno de lo malo y viceversa. Ya eso es cuestión de educación del gusto. Las personas se han dejado influir por las empresas que hacen creer que, por ejemplo, ya por el hecho de tener un móvil, puedes convertirte en un fotógrafo de la noche a la mañana. Eso es lamentable por incierto.
¿Cuál fue el libro sobre fotografía que te marcó?
ARAKI By ARAKI.
¿Por qué consideras que los hombres cubanos en general son aún más difíciles de desnudar que las mujeres?
Yo creo que será por prejuicios. La mujer es al parecer más desinhibida y audaz. Es posible sea ese el motivo principal porque el que en Cuba prime más, a mi modo de ver, el desnudo femenino.
¿Cuándo es que el desnudo en fotografía es artístico?
Básicamente cuando no hay que justificarlo y a todas luces (y sombras) destaque por una estética no tanto naturalista como sí creativa, donde el cuerpo comprenda todos los sentidos y la mayor cantidad de emociones posibles.
Además del desnudo, te compete también el paisaje urbano. Considerando que todo paisaje implica mediación humana, el registro fotográfico supone —y lo es— una intervención dentro de otra. ¿Cómo lo aprecias tú?
En efecto, me place enormemente saber que el desnudo, ese paisaje corporal, se inscribe en el gran paisaje de la ciudad y esta del mundo.
En cuanto a las fotos de quinceañeras, te planteas no sumarte a las tradicionales imágenes de chicas ingenuas, cuando no a las que reproducen el papel de víctimas u objetos de deseo por ejemplo. ¿En qué crees se diferencias tus quinceañeras de otras?
Lo que busco en principio es complacer a la chica. Es una edad hermosa que cumple que no tiene retroceso. Luego dialogo con la familia e intento —no siempre lo logro— de proponerles una visión menos edulcorada y lasciva de esa muchacha que experimentará nuevas emociones. Trato que vean sus fotos de quince como una pequeña pero intensa aventura. No me imagino estar concibiendo un álbum para vender a alguien. Las fotos de quince son, como siempre lo fueron, una carta de presentación a la sociedad. Lo que hay que tener presente que ya se viven otros tiempos. Fotos ingenuas tampoco desea hacer.
Has ganado premios internacionales. Has retratado incluso a artistas de la escena cubana. Se ha escrito muy bien sobre tu visión de la fotografía, pero no se ha dado todavía la posibilidad de exponer abiertamente en Cuba. ¿Qué ha sucedido?
Lo que pasa es que los tiempos cambian y actualmente la predilección visual, audiovisual en general, de la mayoría de las personas está orientada a las cosas de internet. Lo otro es que si no cuentas con un representante que sepa mediar para que tu obra se vea donde tiene que verse, estás en desventaja con otros. Y, por otra parte, pienso que el mercado del arte en Cuba está bastante deprimido. No existe una fuente de ventas que justifique una gran exposición.
Objeto, herramienta, medio, complemento del mirar, dependencia… ¿Qué es la cámara para ti?
Si esta pregunta me la hubieras hecho veinte años atrás, te hubiera respondido que la cámara es solo un 20 por ciento del resultado de una fotografía. Pero más que la cámara, uno aprende a valorar la importancia de la luz y cómo, a través dela direccionalidad que emplees, determina lo que retratas. O sea, lo que quiero decir ahora con casi cuarenta y tres años ya, que la cámara está sobrevalorada. Pero de eso solo te das cuenta cuando llevas muchos años en la fotografía. Te responderé con otra de mis frases favoritas: «El fotógrafo aficionado piensa en el equipo, el profesional en dinero y el maestro, en la luz».
Hoy día para mí la cámara fotográfica es solo una pequeña herramienta. La fotografía ya la tengo concebida desde el cerebro, la vista y el corazón como diría el maestro Henri Cartier Bresson.
¿Pudieras definirme la fotografía en una sola palabra?
Inmortalidad.
[1] Para indagar en la pluralidad de la mirada del artista se recomienda consultar www.izukyphotography.com.