8 de marzo, con nombres de mujer

Editado por María Candela
2025-03-08 13:54:19

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Soraya Díaz

Por: Arelys García Acosta*

Por hoy, tomo prestados los versos del poeta: “Me estremecieron mujeres/ que la historia anotó entre laureles”. Siempre mambisas, siempre rebeldes. Pero, a Silvio también lo estremecieron “otras desconocidas gigantes”.

Y en ese inventario de mujeres que recomponen sueños y multiplican sus nombres entre otras heroínas del día a día, está Soraya Díaz Álvarez, una de las líderes del movimiento agroecológico en Cuba. Al amanecer, el rocío y la neblina blancuzca, sorprenden a esta espirituana en la finca Los Mangos, en las cercanías de Banao.

Allí Soraya cultiva su filosofía guajira y de la vida. “Siempre digo que el mejor agrónomo es el propio campesino que ama la tierra”, sentenció a esta periodista hace algunos meses; mientras los ramajes del sauce llorón, que custodia la ventana de su cuarto, se repletaba de zunzones mañaneros.

En este repaso de proezas, con nombre de mujer, no olvido a la doctora espirituana María Elena Silverio, quien vivió el nacimiento de la cooperación médica entre Cuba y Bolivia. 

Prendido en la memoria de esta especialista en Obstetricia y Ginecología está el día en que el Comandante en Jefe Fidel los despedió en La Habana. Era el 2 febrero del 2006.

Esa noche, la integrante del Contingente Internacionañ Henry Reeve creyó aún más en la fuerza de aquellas manos pintadas por Guayasamín, las que aún —confiesa la doctora María Elena— reposan con calidez sobre sus hombros.

Esta espirituana, quien dirigió la brigada médica en el Departamento de Pando, auscultó la realidad de Bolivia, que intentaba sacudirse, también, de la lluvia de pobreza, gracias a las políticas públicas implementadas por el entonces presidente Evo Morales.

La trinitaria Librada Balmaseda no luce bata blanca, como la doctora María Elena; sin embargo, también considera que las mujeres no son segundas de nadie, si hablamos de trabajo.

Desde que el mundo es mundo, Librada vive en el poblado de San Pedro, a poco más de 30 kilómetros al sureste de Trinidad. Antes, mucho antes, ella atendió a los terneros en una vaquería de la otrora Empresa Pecuaria San Pedro. También, fue cocinera en el restaurante de la localidad.

Jubilada ya, Librada no se sienta en la taburete a esperar para que otros les resuelvan sus necesidades. Visto así, esta mujer apostó por la artesanía; oficio, gracias al cual, además de sogas, confecciona frontiles de bueyes, escobas y cuanto andarivel se le ocurran a su mente, a sus manos pródigas.

A estas alturas, tanto la campesina Soraya Díaz, la doctora María Elena Silverio como la artesana Librada Balmaseda  reivnetan la vida, nada fácil para cualquier mujer cubana, esas que todavía estremecen y recomponen sueños.

 



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