
Protesta de los Trece
por Marta Gómez Ferrals
Ocurrió el domingo 18 de marzo de 1923 y, a 102 años del suceso, no se olvida aquella denuncia a la corrupción imperante en la Cuba de entonces hecha por un grupo de jóvenes intelectuales, durante el acto de homenaje a la escritora uruguaya Paulina Luisi, de visita en La Habana.
Desde 1921 corrían los días del gobierno de Alfredo Zayas, quien lo entregaría en 1925 al tristemente célebre Gerardo Machado, contra el cual también lucharon algunos de los participantes en la Protesta de los Trece, acción que correspondía al despertar de la conciencia nacional ya visible desde comienzo de esa década en el país.
Tal llamamiento de atención estaba a tono con el “¡Aquí estamos!” de una intelectualidad formada, entre otros, por prometedores talentos de las letras y el pensamiento humanista en general y de ideas políticas de izquierda en muchos casos.
Encabezada por el poeta y futuro líder comunista Rubén Martínez Villena, la Protesta de los Trece pasó a la historia como un acto lleno de coraje en momentos que tales manifestaciones costaban la vida o una represión cruenta.
Comenzaron por pedir perdón a la homenajeada y leyeron el documento sostenido por los 15 participantes de la acusación, luego firmada por 13 de ellos.
La ceremonia de marras tuvo lugar en la sede de la Academia de Ciencias de Cuba, patrocinada por el Club femenino de Cuba.
Sin embargo, el discurso de saludo a la señora Luisi lo leería Erasmo Regüeiferos, secretario de Justicia del gobierno de Zayas y uno de los participantes en la fraudulenta compraventa del Convento de Santa Clara, con el objetivo de engrosar sus bolsillos y dicen que hasta los del presidente, entre otros de su camarilla. No se podía desperdiciar la ocasión.
Razones válidas para que los integrantes del grupo de avanzada llamado Minorista se presentaran en el lugar y luego de las palabras de desagravio expresaron a viva voz su oposición y condena al acto de corrupción.
De cuerpo entero estuvieron, además, militantes como Juan Marinello, Emilio Roig de Leuchsenring, Alejo Carpentier y José Zacarías Tallet, con una labor creadora activa dentro de la narrativa, la poesía y la enjundia de la crítica y el ensayo, expuesta en obras que contrastaban en tertulias nocturnas.
Eran parte de una intelectualidad emergente, incisiva, y sobre todo preocupada por los rumbos de la condición pseudocolonial de Cuba. Más tarde algunos serían profesores de la Universidad Popular José Martí, fundada por Mella.
Desde la Colina Universitaria despuntaba con fuerza el estudiante y atleta Julio Antonio Mella, quien en 1922 fundó la Federación Estudiantil Universitaria (FEU) y preguntado por qué cubanos con semejantes aptitudes -el caso de Villena- no le daban el cauce correcto a sus inquietudes, según testimoniara Raúl Roa García.
El 10 de marzo de 1923 el presidente Zayas aprobó el decreto que autorizaba la compra del antiguo Convento. De los otros dos firmantes requeridos, los ministros de Justicia y de Hacienda, solo aceptó el primero.
Eso funcionó como detonante de la Protesta, pues con ese negocio el Estado pagaba dos millones 300 mil pesos por un inmueble vendido antes en plena “danza de los millones”, por sus dueños originales a una empresa particular en menos de un millón.
Aquel día, cuando el secretario de Justicia pronunciaba sus primeras palabras, sufrió la súbita interrupción de Villena, quien cuestionó su altura moral para presentarse a hablar en aquel selecto ceremonial. Tras expresar sus motivos pudo retirarse con sus acompañantes plenos de dignidad y coraje.
A esto le siguió la redacción del texto por el autor de “La pupila insomne”. En este se consignaban otra vez las acusaciones contra la deshonestidad estatal. La respuesta gubernamental fue inmediata, levantarles una causa por delito de injurias.
La reacción de los intelectuales fue rápida debido a la conmoción que generó. Se creó la Falange de Acción Cubana, el primero de abril de 1923. Encabezada también por Villena, significó la continuidad en la participación del gremio en la vida política nacional, en especial de sus más jóvenes representantes.
En lo político y revolucionario la Protesta de los Trece resultó el bautizo de fuego del abogado y poeta Rubén Mártínez Villena, antes debatido muchas veces solo en la desilusión, en los anhelos inútiles, el dolor, su vida y en la crítica de lacras sociales. Algunos de sus amigos pensaron que el 18 de marzo el joven vino al mundo por segunda vez. (Tomado de ACN)