No recuerdo otra día tan agotador ni con tanta noticia y pesos pesados de la política estadounidense a la mano. Al punto de que los periodistas en Washington bromeábamos sobre el personaje que tendríamos que ignorar –y, por supuesto, arrepentirnos mañana-, entre los ambulantes ministros, congresistas, celebridades académicas o ex funcionarios de la talla de Janet Napolitano, quien fuera la poderosísima Secretaria de Seguridad Nacional de Barack Obama.
Todos estaban ahí, en la primera conferencia del Consorcio Cuba, un grupo recién formado de líderes del sector público y privado, además de representantes del mundo académico, organizado para darle seguimiento al proceso de normalización y las oportunidades de comercio entre Cuba y Estados Unidos.
El lugar donde se realizó la reunión era digno de la categoría de los notables inscritos en el encuentro. El edificio del Instituto de la Paz, inaugurado en el 2008 -aunque la institución como tal existe desde 1984-, está diseñado para recibir un baño de luz, incluso en un día de duro invierno como este, y reflejarla al exterior en forma de una paloma. Los canales del techo forman alas, mientras en los cristales del frente se reflejan los embotellamientos de los carros a la hora pico en el barrio de Foggy Bottom, a unos pasos de la sede del Departamento de Estado. En el interior, se tiene la impresión de errar dentro de una pecera.
Es imposible transcribir las diez tandas de presentaciones, entre paneles y discursos, que se sucedieron en casi 12 horas de trabajo, de los cuales se podía tomar notas pero no grabar. Por tanto, había que atrincherarse, obligatoriamente, en la síntesis y desgranar lo común en aquel concilio de “pejes gordos” de la política y de la academia de Washington. Como que estaban reunidos para hablar de Cuba, por ejemplo, y se expresaban en un tono de sorprendente neutralidad y respeto, con sablazos mínimos si se tienen en cuenta los 55 años previos de desconfianzas que han mediado entre la Isla y el vecino del Norte.
Todos coincidieron en que el camino iniciado por Obama es de difícil retroceso, pero completar la tarea del desmantelamiento del bloqueo quedará, probablemente, en manos del próximo presidente de Estados Unidos. Hubo momentos hasta de camaradería. La Secretaria de Estado, Penny Pritzker, llamó “mi amigo” al Ministro cubano Rodrigo Malmierca, mientras Thomas Donohue, el presidente de la Cámara de Comercio que agrupa a más de 3 millones de empresas en este país, tuvo un desahogo inesperado: “Necesitamos comprendernos ambas partes. Yo entiendo a los Castro, somos de la misma edad”.
Se palpa el torbellino de cambios políticos que han estremecido a Washington desde el 17 de diciembre de 2014, a pesar de que la mayor traba al acercamiento, las sanciones económicas y financieras contra la Isla, siguen en pie. Los cubanos que hemos vivido toda o la mayoría de nuestra vida con ellas, naturalizamos esta circunstancia al punto de que a veces las subestimamos, pero los norteamericanos alucinan cada vez que intentan razonar la telaraña jurídica que envuelve las sanciones contra Cuba.
Releo mis alocadas notas y me doy cuenta de que es muy difícil ordenarlas cronológicamente. Demasiadas palabras en el aire, en un día cargado de emociones y con el Ministro cubano de Comercio Exterior, Rodrigo Malmierca, entrando y saliendo del despacho de altos funcionarios gubernamentales, además de recibir al Gobernador de Virginia, Terry McAuliffe, y asistir a la inauguración y al cierre de esta reunión del Consorcio. Y todo eso deber ir a parar, por supuesto, a Cubadebate.
Finalmente me decido por estas claves compartidas en las intervenciones que se sucedieron este jueves en el maratónica primera conferencia de este grupo bipartidista que lucha, con nosotros, por levantar el bloqueo.
1.-Apoyo al viaje del Presidente Obama a Cuba, anunciado oficialmente esta misma mañana desde la Casa Blanca. La Secretaria Pritzker lo ratificaba con una enorme sonrisa: “Todos estamos emocionados con el histórico anuncio del presidente Obama que visitará la Isla pronto, lo que sin duda impulsará nuestra relación aún más”.
2.-Necesidad de mantener el diálogo por encima de las diferencias. “No lo debemos hacer por razones económicas solamente, sino por geopolítica, por geografía, porque es lo que debe hacerse”, dijo Donohue. La Secretaria de Comercio admitió: “Después de tantos años sin hablarnos, nuestros gobiernos simplemente no se conocían entre sí, y la normalización significa que teníamos que empezar a acercarnos, escucharnos y comprendernos”.
3.-Percepción de que el bloqueo no se va a levantar durante la administración Obama –Donohue cree que los efectos de este pueden perdurar por 20 años-, pero el Presidente tiene margen para tomar otras decisiones y está valorando emitir nuevas regulaciones para romper las barreras comerciales y hacer imposible que un futuro mandatario pueda descarrilar la relación con Cuba. Ben Rhodes, asesor adjunto de Seguridad Nacional para las Comunicaciones Estratégicas, no descartó estas medidas, pero por natural discreción se abstuvo de adelantarlas.
4.-Alcance limitado de las medidas de Obama: “Al igual que el perro que no ladró, varios cambios regulatorios esperados se quedaron fuera del nuevo paquete”, diría el académico William Leogrande.
5.-Confesión de las autoridades regulatorias de que la maraña legal que ha dejado detrás el bloqueo es tan compleja, que ellos mismos necesitan tiempo para comprender las normativas vigentes. Ante una pregunta del enviado especial de Granma, Sergio Gómez, la funcionaria del Departamento del Tesoro, Andrea Gacki, reconoció no saber cuál era específicamente la cláusula legal que le impide a Cuba utilizar el dólar en transacciones internacionales: “No podemos especular… Vamos a explorar”…
“La realidad es que estamos muy atascados con el embargo,” admitió Alex Lee, subsecretario adjunto para América del Sur y Cuba, del Departamento de Estado EEUU. “Es como armar un cubo de Rubik averiguar lo que podemos hacer para cumplir con los objetivos del Presidente”.
6.- Reclamo a la administración de EEUU de asegurar el comercio bilateral y tener en cuenta los intereses de los cubanos. Tales palabras utilizó el Secretario de Agricultura, Tom Vilsack, y añadió: “Esta es una carretera de dos vías, con beneficios mutuos. No hay que esperar más para el acercamiento bilateral”. Y puso de ejemplo, las posibilidades que tiene Cuba para la agricultura orgánica. EEUU solo dedica el 1 por ciento de su tierra a esa producción y no puede satisfacer la demanda de su mercado. “Es una oportunidad la asociación con Cuba, pero hay que tener en cuenta el interés de los cubanos”.
7.- Concretar proyectos. Todavía los acuerdos son muy limitados. “El acuerdo bilateral de la aviación civil firmado el martes es un ejemplo de lo que hemos logrado juntos. Pero permítanme ser claro: todavía hay trabajo por hacer en ambos lados”, dijo Pritzker.
8.-Reconocimiento a la institucionalidad cubana y a las empresas estatales. La Secretaria de Comercio expresó: “Durante nuestra visita a La Habana, aprendimos que en Cuba – como en muchos de nuestros otros socios comerciales en todo el mundo – es necesario trabajar con las empresas estatales con el fin de apoyar al sector privado local”.
9.-Coincidencias en propuestas a la administración Obama para blindar su política hacia Cuba. Varios oradores coincidieron en la posibilidad del Ejecutivo de flexibilizar las regulaciones sobre transacciones financieras y permitir viajes individuales –no para hacer turismo, que está codificado en la ley del bloqueo-. También, permitir las importaciones de las empresas cubanas. Por ejemplo, eliminar los obstáculos para comercializar productos biotecnológicos desarrollados en la Isla y otras innovaciones científicas. Vilsack incluso compartió un sueño: ¿Ustedes se imaginan a Cuba y a EEUU, juntos, ante un organismo internacional, proponiendo en estas áreas?”
10.- Se ha reducido dramáticamente el grupo que en el Congreso de EEUU sigue defendiendo la línea dura contra Cuba bajo la retórica de la Guerra Fría, y aunque solo hasta junio Obama puede maniobrar con nuevas regulaciones, hay otro momento para avanzar con las medidas. Durante el intervalo que se conoce como “pato cojo” –o sea, el período entre las elecciones en noviembre y el momento en que los nuevos congresistas elegidos asumen sus posiciones en enero–, se podría convocar el voto sobre un proyecto de ley que eliminara toda prohibición de viajes a Cuba.
(Por Ismael Francisco y Rosa Miriam Elizalde/Tomado de Cubadebate)