por Prensa Latina
El fracaso del plan para cerrar la cárcel en la base de Guantánamo es una mancha vergonzosa para el Congreso estadounidense, que bloqueó los esfuerzos por lograrlo, señala hoy el diario The New York Times.
Esa penitenciaría, donde quedan 80 detenidos, echó por tierra la imagen de Estados Unidos como "campeón de los derechos humanos" y constituye un ejemplo deplorable para otros gobiernos inclinados a violar las leyes internacionales, añade el editorial del rotativo, titulado La promesa rota de cerrar Guantánamo.
Los trajes de color naranja que visten los reos en esa instalación ya resultan familiares para la opinión pública y se convirtieron en objeto de propaganda de las organizaciones terroristas, en particular en fotos y vídeos que muestran la ejecución de rehenes por parte de militantes del Estado Islámico, agrega el periódico.
Según el texto, la esperanza de que el presidente Barack Obama pueda cumplir su promesa decrece en la medida en que se acerca el fin de su administración en enero de 2017, tras las elecciones del 8 de noviembre de este año.
El editorial demanda que Washington permita la visita a la penitenciaría del enviado especial de Naciones Unidas sobre el tema de la tortura, que desde 2004 pidió llegar a ese centro pero la Casa Blanca lo ha impedido, sin razón alguna.
El diario neoyorquino cita la opinión de Thomas Pickering, un veterano diplomático norteamericano, quien en un memorándum reciente denunció el trato severo e incluso los procedimientos de alimentación forzosa y brutal de los detenidos, que se mantienen en celdas de acero inoxidable en confinamiento solitario.
Estas acciones constituyen una violación de las Convenciones de Ginebra y de los convenios contra la Tortura, de los cuales Estados Unidos es signatario, recuerda Pickering, quien es partidario de que se le permita el acceso de Naciones Unidas a los detenidos en la cárcel de Guantánamo.
Desde que asumió el cargo en enero de 2009, Obama inició gestiones ante el Congreso para cerrar dicha prisión, pero la oposición republicana bloqueó todas sus propuestas e intentó sabotear las medidas ejecutivas relacionadas con la liberación de los detenidos.
En enero de 2002, la administración del presidente George W. Bush (2001-2009) inauguró esa penitenciaría en dicha base naval que Washington mantiene desde hace más de un siglo en territorio cubano, contra la voluntad del Gobierno y pueblo de la isla caribeña.