Por Martha Ríos
Un niño sensible, humano, amante de la Naturaleza, la justicia, la familia, la Patria… está destinado a ser un hombre digno, de los que protagonizan historias imperecederas como ellos mismos.
Forman un exiguo grupo. A él perteneceJosé Martí (1853-1895). Para más honra de Cuba y los cubanos, nació y creció en esta tierra donde todavía están frescas las huellas de sus pisadas firmes. Siempre supo lo que quiso y defendió sus postulados aunque en ello empeñara la vida.
De su adolescencia se conocen muchos pasajes que van más allá de la mera rebeldía de la edad. Eran resultado de las ideas revolucionarias que se afianzaban en el muchacho, totalmente contrapuestas al entorno político y social en que vivía.
Un acercamiento a esa etapa de la existencia de Martí y a las vicisitudes que afrontó, es la razón de este capítulo. Pero antes, un regalo: el soneto que escribiera a los 15 años, dedicado al levantamiento en armas de sus compatriotas el 10 de octubre de 1868, contra el régimen colonial español imperante en Cuba.
¡10 de Octubre!
No es un sueño, es verdad: grito de guerra/Lanza el cubano pueblo, enfurecido;
El pueblo que tres siglos ha sufrido/Cuanto de negro la opresión encierra.
Del ancho Cauto a la Escambraica sierra,/Ruge el cañón, y al bélico estampido,
El bárbaro opresor, estremecido,/Gime, solloza, y tímido se aterra.
De su fuerza y heroica valentía/Tumbas los campos son, y su grandeza
Degrada y mancha horrible cobardía./Gracias a Dios que ¡al fin con entereza
Rompe Cuba el dogal que la oprimía/Y altiva y libre yergue su cabeza!