El emporio azucarero esclavista en suelo matancero

Édité par Saily Pérez Gordillo
2018-08-16 09:32:54

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Recolección de caña de azúcar. Foto/Portal de la Radio Cubana

Por Marta Denis Valle

La Habana, 16 ago (RHC) La apertura del puerto de Matanzas al comercio, en 1818, facilitó la entrada masiva de esclavos africanos y el desarrollo de un emporio azucarero en las fértiles tierras vecinas, antes desconocido en Cuba.

Destinados a las producciones azucareras y cafetaleras, más de cinco mil negros bozales arribaron en 1819 a ese puerto ubicado a un centenar de kilómetros al Este de esta capital.

Fue el inicio de sucesivos cargamentos para las dotaciones de aquellos esclavistas que fomentaron su riqueza de la explotación despiadada de fuerza humana forzada, hasta la década de 1880.

Aunque en 1793 la rada matancera había sido habilitada, solo 25 años después se cumplió su funcionamiento total, un requerimiento de los vecinos desde 1809.

Junto al comercio con el exterior, la vía marítima comunicó la ciudad con la Habana mediante una línea de buques de vapor, de carga y de pasajeros; también hubo un servicio terrestre con diligencias, volantas y quitrines, toda una novedad.

Las cifras duplicaron varias veces lo reportado en el censo de 1774, primero realizado de manera oficial, según el cual había en Matanzas 901 esclavos (515 hombres y 386 mujeres), de ellos 886 negros (505 y 381 respectivamente) y 15 mulatos (mestizos/diez y cinco).

En esa fecha la población del Archipiélago Cubano era de 171 mil 620 habitantes: 96 mil 440 blancos (56.4 %), 44 mil 333 esclavos (25 %) y 30 mil 847 denominados libres de color (18.6 %), de ellos 11 mil 640 negros y 19 mil 207 mulatos.

Es a partir de la última década del siglo XVIII cuando la población en el país crece de manera constante, de acuerdo con los censos correspondientes: de 273 mil 979 habitantes, en 1792, saltó a 465 mil, en 1800.

Un núcleo oligárquico comenzó la transformación de la economía cubana en la Región Occidental hacia la plantación esclavista, sustentada en el tráfico negrero y la fuerza de trabajo esclava, estimulado por la subida del precio del azúcar a consecuencia de la caída de la producción haitiana, tras la Revolución de 1791.

Agotadas las posibilidades en la Habana, las tierras matanceras fueron invadidas, prácticamente, por futuros hacendados; se crearon nuevos caminos, caseríos, poblados y ciudades; las líneas ferroviarias cruzaron en los distintos confines con el dulce producto y se habilitó en 1843 un segundo puerto en la costa norte (Cárdenas).

FORMACIÓN Y AUGE DE LA PLANTACION ESCLAVISTA

En 1792, la Cuba colonial esclavista había situado su producción azucarera en el tercer lugar mundial, después de Jamaica y Brasil, desde el puesto decimoprimero.

En esa fecha la jurisdicción de Matanzas era una de las más despobladas, en la que residía el 2,2 por ciento de la población de Cuba y de los 529 ingenios solo ocho le pertenecían.

La ciudad de Matanzas, fundada el 12 de octubre de 1693 con un grupo de familias canarias, a orillas de la bahía homónima y atravesada por los ríos Yumurí y San Juan, solo tenía tres mil habitantes, en 1798, y sus casas eran de paja.

En tiempos precedentes los campesinos de la región matancera fueron ganaderos y cultivadores de tabaco; al concluir el siglo XVIII ocurrió un lento giro hacia la agricultura cañera y la producción de mieles y azúcar, la que pasadas pocas décadas predominó a nivel nacional.

La extensión del cultivo de la caña y la industria del azúcar modificó el paisaje con el derribo de bosques, aumentó la población y modificó su composición; los esclavistas se trasladaron allí junto a sus familias mientras los más potentados residían en las ciudades de Matanzas, la Habana o el extranjero.

Ya contaba con 76 ingenios en 1817 y una población de 20 mil 634 habitantes: nueve mil 511 blancos y 11 mil 123 negros (nueve mil 447 esclavos, incluidos 245 mestizos, así como un sector denominado libre de color, 842 negros y 834 mulatos).

Solo 10 años después, produce el 25 por ciento del azúcar cubano; sus fábricas cañeras representaban el 11 por ciento del total nacional y el 24,7 por ciento del Departamento Occidental que concentraba el 44,9 por ciento de las elaboradoras, reporta el censo de 1827.

Los habitantes de Matanzas (45 mil 795) que se han duplicado respecto al censo anterior, ocupan el cuarto lugar por su población en el país; 16 mil 671 son blancos (36,40 por ciento, de ellos ocho mil 994 hombres y siete mil 677 mujeres).

Ese año casi se ha triplicado la fuerza de trabajo, aparecen 26 mil 522 esclavos (16 mil 768 hombres y nueve mil 754 mujeres), negros y mulatos, que representan el 57,9 por ciento de la población de la jurisdicción de Matanzas.

Los esclavos ascendían a 53 mil 322 (34 mil 556 hombres y 18 mil 766 mujeres), en 1841, dentro de una población total de 85 mil 40 (solo 27 mil 148 blancos y cuatro mil 470 de color libres).

La jurisdicción Matanzas, en esa fecha, estaba constituida por una ciudad, nueve pueblos, ocho aldeas y nueve partidos.

Cárdenas, fundada en 1828, y Nueva Bermeja (después Colón), en 1836; se convirtieron en jurisdicciones por su importancia económica.

La arquitectura doméstica matancera aparece desde 1830 y en 1840, el 41 por ciento de las edificaciones se construyen de mampostería y teja. Famosos arquitectos contratados levantaron puentes y crearon una nueva ciudad de estilo neoclásico.

A mediados del siglo, las fábricas de Matanzas, Colón y Cárdenas realizaban el 55.6 por ciento del azúcar nacional y de los 17 ingenios más productivos, 14, la mayoría, eran matanceros; sus dotaciones eran de alrededor de 400 esclavos por ingenio y algunos más.

Sus ingenios disponían de 100 mil 930 hectáreas sembradas de caña y, en conjunto de 226 mil hectáreas; una parte la dedicaban a otras producciones.

En la zona de Pijuán, Jurisdicción de Colón, en 1855 el ingenio Flor de Cuba, de Joaquín de Arrieta, tenía 729 esclavos y una producción anual de 18 mil cajas de azúcar (24,6 cajas por esclavo) y más de mil bocoyes (barriles grandes).

Otro gigante, El Avala, de Julián de Zulueta, en Banagüises, Colón, contaba con 600 esclavos, producía 20 mil cajas (33,33 cajas por esclavo) y más de mil bocoyes.

Los ingenios La Ponina y Tinguaro , de la familia Diago, ambos en las llanuras de Colón y mecanizados como los dos anteriores, disponían de 500 y 560 esclavos respectivamente; con producciones de 15 mil cajas (33,18 cajas por esclavo) y 18 mil cajas (32,14 cajas por esclavo), respectivamente, y cientos de bocoyes.

De acuerdo con el censo de 1861, Matanzas (ya para entonces con tres jurisdicciones) tenía 394 ingenios (25 por ciento) de los mil 521 existentes en esa fecha; una cantidad solo superada por Santa Clara (438) en el centro de la isla. Su territorio estaba poblado por 208 mil 678 personas (129 mil 371 hombres y 129 mil 371 mujeres); 102 mil 508 blancos, 93 mil 298 esclavos, 829 emancipados y 12 mil 43 libres de color.

En 1877, llegó Matanzas a 509 ingenios, el primer lugar de los mil 191 del país; las consecuencias de la Guerra de los Diez Años (1868-1878) quedaron fuera de sus predios.

Sin embargo, el emporio matancero conoció de la rebeldía esclava ante la intensa explotación; en 1825 estalló la primera sublevación en el cafetal El Solitario, en el partido de Sabanazo, extendiéndose a los de Camarioca, Sumidero, Limonar y Guamacaro.

Importantes rebeliones ocurrieron en 1843 en dotaciones cañeras: en el ingenio Alcancía, de Cárdenas, en mayo de ese año, seguida por los esclavos de la Luisa, La Trinidad, Las Nieves, La Aurora, Santa Rosa y La Majagua, y en el cafetal Moscú; en junio en los ingenios Acana, Concepción y Flor de Cuba.

En 1844 tuvo lugar la sangrienta represión de la denominada Conspiración de La Escalera, una confabulación de la oligarquía negrera con las autoridades coloniales españolas destinada a neutralizar a los criollos blancos abolicionistas, liquidar la influencia económica y social que comenzaban a alcanzar negros y mestizos libres y escarmentar a los esclavos, cuya rebeldía había alcanzado su clímax un año antes. (Fuente: PL)

 



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