Batalla de Peralejo: derrota militar y política del colonialismo

Édité par Lorena Viñas Rodríguez
2019-07-14 10:35:33

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Foto: ACN.

Por: Jorge Wejebe Cobo

La Habana, 14 jul (RHC) En su campaña inicial para pacificar a Cuba durante la Guerra Necesaria, el General español Arsenio Martínez Campos fue derrotado por el Lugarteniente General Antonio Maceo en la sabana de Peralejo, cercana a la urbe de Bayamo, el 13 de julio de 1895.

Cuenta una anécdota que a su regreso a La Habana, al pasar bajo un arco de triunfo dedicado “Al héroe de Peralejo”, le preguntó con ironía a uno de sus ayudantes que desde cuándo se dedicaban en la ciudad arcos a Maceo.

Y le sobraban razones para sentirse vencido a pesar del clima de adulación con que lo recibían los integristas y autonomistas de la capital.

Cuando se inició la guerra el 24 de febrero de 1895,  el gobierno peninsular envió a Cuba refuerzos militares dirigidos por  Martínez Campos, quien llegó al país para presuntamente repetir su estrategia apaciguadora que conllevó en 1878 al Pacto del Zanjón, con la que culminó la Guerra de los Diez Años. Pero esta vez el fracaso lo esperaba y más rápido de lo que se esperaba.

Mientras tanto,  después de su azaroso desembarco por la Playa de Duaba, el Lugarteniente General de acuerdo con la estrategia trazada en la manigua junto a José Martí, cuya caída en combate ocurrió el 19 de mayo, y con el Generalísimo Máximo Gómez, inició la campaña ofensiva en la región oriental que sería el preámbulo de la invasión al occidente.

Tras arribar a La Habana, Martínez Campos no permaneció mucho tiempo en la capital y se trasladó a la zona oriental al frente de un gran contingente de soldados perfectamente armados y pertrechados.

Para inicios de julio el Titán de Bronce, con más de 800 hombres entre los que se encontraban los legendarios jefes Quintín Banderas, Jesús Rabí, Joaquín Tamayo y Saturnino Lora, preparó una emboscada a la columna del jefe militar hispano.

Los colonialistas contaban con más  de 500 hombres de infantería y caballería junto a otra columna al mando del general Fidel Alonso de Santocildes, integrada por alrededor de mil efectivos y que partirían desde el poblado de Veguitas hacia a los dominios bayameses al día siguiente.

Las fuerzas cubanas aprovecharon el terreno y se emboscaron entre una sabana y el río Mabay, y a su retaguardia tenían a Peralejo, con lo cual controlaban todos los caminos de acceso para sorprender al enemigo.

Pero el plan de Maceo no resultó como esperaba. Poco antes, dos presuntos pacíficos comerciantes, probablemente espías españoles, transitaron por dentro del emplazamiento de las tropas cubanas e inexplicablemente no fueron retenidos e informaron a las tropas enemigas de la presencia de los mambises.

Ante esa circunstancia, el General Martínez Campos unió sus fuerzas con la otra columna y evadieron a las huestes principales cubanas. De inmediato realizaron un movimiento envolvente hacia su retaguardia, donde se encontraba la impedimenta cubana escasamente defendida en un bosque.

Así comenzó el combate con la iniciativa a favor de las tropas hispanas. Pero Maceo maniobró con la infantería, esta última- mandada por el General Quintín Banderas- y paralizó el avance de los peninsulares, mientras ordenó a la caballería ejecutar las legendarias cargas al machete  en la Sabana de Peralejo.

Los insurrectos tuvieron más de 100 bajas y las tropas ibéricas alrededor de mil, entre muertos y heridos, incluyendo entre los primeros al  General Fidel Alonso de Santocildes.

Martínez Campos escapó hacia Bayamo, pero pudo caer prisionero o muerto, y la zona  por varios días estuvo cercada por los mambises.

La Batalla de Peralejo fue una derrota militar y política, demostró que en la contienda organizada por el Apóstol, las tácticas divisionistas y conciliatorias para repetir un nuevo Pacto de Zanjón eran imposibles.

Ante esa realidad Martínez Campos reconoció su derrota ante Madrid y dejó a un lado sus falsos escrúpulos humanistas.

Fue así que  aconsejó enviar a la Isla al  general Valeriano Weyler, quien desarrolló la reconcentración y provocó miles de fallecidos, la mayoría mujeres, niños y ancianos, que perecieron por hambre y enfermedades, pero el avance mambí continuó su paso con numerosas victorias. (Fuente: ACN)



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