Un legado de pinares y resiliencia en el suroccidente cubano (+Fotos)

Édité par Maria Calvo
2024-09-23 08:20:10

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Pinares en la actual Isla de la Juventud

por Linet Gordillo Guillama

En 1826, el marqués de La Cañada, Don Juan de Tirry y Lacy, fue el primero en describir oficialmente la naturaleza de la actual Isla de la Juventud. Sin embargo, un siglo antes, el pirata y naturalista inglés William Dampier ya había documentado extensamente sobre el mismo tema.

Ambos coincidieron en que el nombre “Isla de Pinos” no era casual, sino que reflejaba la abundancia de ese tipo de plantas vasculares.

Las coníferas, típicas de latitudes más altas, intrigaron a geógrafos y botánicos debido a su profusión en esta región del suroccidente cubano. Las autoridades coloniales intentaron aprovechar la madera de esos árboles con el propósito de fabricar mástiles para sus navíos, aunque el escaso grosor de los troncos limitó el uso solo en embarcaciones menores.

A pesar de estos desafíos, el interés por explotar los recursos forestales de la isla no disminuyó.

El nombre que le dieron, “Isla de Pinos” no era casual, sino que reflejaba la abundancia de ese tipo de plantas 

En el primer intento de industrialización local, se utilizaron los pinos para extraer alquitrán, trementina y barnices, especialmente cuando España enfrentaba dificultades para adquirir esos productos en otros lugares. Sin embargo, los altos costos de transporte y los gravámenes impidieron el éxito de este negocio.

Durante décadas, la madera de pino fue el principal recurso comercial, lo que llevó a la deforestación de vastas áreas para la cría extensiva de ganado. A pesar de esto, los pinares resistieron, adaptándose a los suelos arenosos y sobreviviendo a incendios y huracanes.

Tanto apego a esta tierra le valió su inmortalización en el escudo pinero, creado hace más de 90 años.

Sierra de Las Casas y Sierra de Caballos, el mármol de sus entrañas

Actualmente, Isla de la Juventud ocupa el cuarto lugar del país en índice de cobertura forestal, donde los pinares acaparan un sitio privilegiado con el 40% de la masa arbórea y si bien en Sierra de Las Casas y Sierra de Caballos, el mármol de sus entrañas impide el crecimiento de  pinares, Sierra de Cañadas se distingue del resto por la cresta de pinos.

En Isla de la Juventud se multiplican los pinares para devolver el esplendor de antaño a los paisajes que sorprendieron en su tiempo a naturalistas y aventureros llegados allende los mares.

Este legado de resiliencia sigue siendo un símbolo del patrimonio forestal de Isla de la Juventud, que sus actuales residentes deben preservar para las futuras generaciones. (Tomado de ACN)

 



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