por Guillermo Alvarado

En comentario anterior nos preguntábamos ¿quién y para qué necesita a la OEA?, ese organismo que fue definido con gran exactitud como “ministerio de Colonias de Estados Unidos” , y a propósito conviene recordar que Cuba fue expulsada de esta entidad el 31 de enero de 1962, hace 55 años y eso jamás fue un obstáculo para que este país conociera un impresionante desarrollo en diversos aspectos de la vida que le merecen un lugar destacado en el concierto de las naciones de la región y del mundo.

En aquella fecha en una reunión celebrada en Punta del Este, Uruguay, un grupo de cancilleres decidieron seguir las normas dictadas desde Washington para, según ellos, separar a esta nación caribeña del resto de sus hermanos en el continente.

Como se expresó en la II Declaración de La Habana, aprobada por el pueblo cubano en la hoy Plaza de la Revolución el 4 de febrero de ese mismo año, en Punta del Este se libró una gran batalla ideológica entre la Revolución Cubana y el imperialismo yanki. Cuba representó los pueblos; Estados Unidos representó los monopolios. Cuba habló por las masas explotadas de América; Estados Unidos por los intereses oligárquicos explotadores e imperialistas. Cuba por la soberanía; Estados Unidos por la intervención. Cuba por la cultura; Estados Unidos por la ignorancia.

Pasados 55 años de aquel hecho, nadie se atreve a desconocer, ni siquiera el país norteño, el enorme respeto y reconocimiento ganado por Cuba en aspectos medulares, como la educación, la salud, la cultura, el deporte y, por encima de esto, la disposición de este pueblo de acudir en auxilio de los necesitados en cualquier lugar del planeta.

Al final, tuvo la misma OEA que reconocer en 2009 su trágico error y eliminar la resolución que decretaba la expulsión de este país, acaso con la absurda esperanza de que Cuba decidiera volver a un lugar que, como bien dijera el líder histórico de la Revolución, Fidel Castro, produce aquí una gran repugnancia.

En una reflexión sobre el tema, dijo Fidel que la OEA “tiene una historia que recoge toda la basura de 60 años de traición a los pueblos de América Latina”…” No ha prestado un solo servicio a nuestros pueblos”, agregó, antes de señalar al entonces secretario general, Miguel Insulza, que “nos ofende incluso, al suponer que estamos deseosos de ingresar en la OEA. El tren ha pasado hace rato, e Insulza no se ha enterado todavía. Algún día muchos países pedirán perdón por haber pertenecido a ella”.

Venezuela ha dado un paso correcto al decidir separarse de esa entidad y para aquellos que tienen corta memoria, recordamos ahora el párrafo final de la II Declaración de La Habana, con la que el pueblo cubano respondió a quienes creyeron que separándola de la OEA le hacían algún daño, cuando en realidad le hicieron un gran servicio. Dice así:

“Porque esta gran humanidad ha dicho “¡Basta!” y ha echado a andar. Y su marcha de gigantes ya no se detendrá hasta conquistar la verdadera independencia, por la que ya han muerto más de una vez inútilmente. ¡Ahora, en todo caso, los que mueran, morirán como los de Cuba, los de Playa Girón, morirán por su única, verdadera, irrenunciable independencia!.