La ONU: 72 años con muchos desafíos pendientes

Édité par Maite González Martínez
2017-10-25 10:13:29

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Aniversario de la firma de la carta fundacional de las Naciones Unidas. Foto/Noticia al día

Por: Guillermo Alvarado

Se cumplieron este martes 72 años de la entrada en vigor aquel 24 de octubre de 1945 de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas, un momento trascendental en la historia de la humanidad porque quedaba fundada una institución mundial con el mandato de velar por la paz, la solución de conflictos entre los pueblos y países por vías pacíficas y la renuncia al uso, o la amenaza del uso de la fuerza.

El planeta emergía traumatizado de la II Guerra Mundial donde se perpetraron todos los horrores de que nuestra especie es capaz, como el uso de sofisticadas máquinas para matar y hacer el mayor daño posible, la concentración, tortura y exterminio de grandes masas humanas y cuando por primera ocasión se desató la furia atómica, que exterminó en segundos a cientos de miles de habitantes de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki y todavía hoy causa fallecimientos y enfermedades.

No es casual que en el preámbulo de la carta fundacional de la ONU se haga un llamado a practicar la tolerancia y la vida pacífica, promover la unión y aprovechar los mecanismos internacionales para generar el desarrollo socioeconómico de todos los pueblos, grandes y pequeños, en un plano de igualdad.

Lamentablemente de alguna manera los desequilibrios dejados por la más grande conflagración conocida en el planeta, también se reflejaron en la creación de este organismo, que nació viciado con algunas imperfecciones, como se puede apreciar en el Consejo de Seguridad, principal instancia para garantizar nuestra sobrevivencia, evitar las guerras y fomentar la concordia.

Estos objetivos se han visto lastrados por una composición antidemocrática en el Consejo, donde las cinco potencias que se reclamaron vencedoras de la guerra, Estados Unidos, Francia, Reino Unido, China y la entonces Unión Soviética, impusieron su presencia permanente y se atribuyeron un ominoso derecho de veto.

Si, como dijo el actual secretario general de la ONU, Antonio Guterres, vivimos en un mundo lleno de “conflictos, inequidad, intolerancia, problemas climáticos, el peligro de las armas nucleares y otros retos”, entonces la máxima organización internacional debe tener la capacidad de transformarse y encontrar los instrumentos necesarios para superar esos problemas.

No es posible que en una comunidad de 193 naciones, unas pocas potencias tengan capacidad para imponer sus decisiones al mundo y ocupen asientos inamovibles en el Consejo de Seguridad. Urge una distribución más heterogénea y que represente de mejor manera a la diversidad de países y pueblos existentes hoy día.

La primera resolución de la ONU fue para frenar el desarrollo de armas nucleares, pero hoy mismo la humanidad está al borde de una hecatombe atómica por la irresponsabilidad del presidente de una de esas potencias. Hablamos de Donald Trump, el imprevisible primer mandatario de Estados Unidos.

Urge redimir a África de la miseria y el atraso, resolver los candentes problemas en el Oriente Medio, entre ellos la plena independencia y soberanía del Estado Palestino, eliminar los focos de colonialismo persistentes, entre ellos el de Puerto Rico y por encima de todo, garantizar que tengamos la oportunidad de sobrevivir para resolver lo que hace falta y existir en armonía, sin el sobresalto continuo de los tambores de la guerra, el sonido más persistente a lo largo de la historia humana.



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