Corea: La diplomacia del deporte

Édité par Maite González Martínez
2018-02-12 09:43:17

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Ambas delegaciones desfilaron bajo una bandera con la península coreana en azul sobre un fondo blanco. Foto/Crónica Viva

Por: Guillermo Alvarado

Los Juegos Olímpicos de Invierno PyeongChang 2018 han sido la ocasión propicia para lograr un acercamiento histórico entre los dos países de la Península de Corea, separados tras una sangrienta guerra a mediados del siglo pasado y la nefasta influencia de Estados Unidos en los asuntos internos de esta región.

Desde que se anunció la posibilidad de que las delegaciones de la República Popular Democrática de Corea y de Corea del Sur desfilarían juntas en la ceremonia de inauguración del evento deportivo, bajo una bandera simbólica de reunificación, el mundo pareció dar un respiro de alivio luego de casi un año de tensiones por la política agresiva del presidente norteamericano, Donald Trump, que hizo temer el desencadenamiento de un conflicto nuclear.

Cuando las cosas parecían llegar a su punto más álgido, el líder norcoreano, Kim Jon-un, propuso a su homólogo del sur, el presidente Moon Jae-in, el audaz proyecto que incluyó el traslado hacia la ciudad de PyeongChang, sede de los juegos, de una amplia delegación que viajaría por tierra, atravesando con la bandera de la paz una zona ampliamente militarizada.

En la jornada inaugural los deportistas coreanos recibieron una gran ovación con lo que se demostró que, salvo marcadas excepciones, el mundo recibió con beneplácito la iniciativa, que no ha dejado de dar satisfacciones en las últimas horas, con una intensa actividad diplomática que se cumple bajo el amparo de una de las más nobles actividades de la humanidad, como lo es el deporte.

La delegación de Corea del Norte, encabezada por la hermana del presidente, Kim Yo-jong, y su anfitrión, Moon Jae-in, observaron juntos la inauguración de los Juegos, luego sostuvieron un encuentro oficial el sábado en la sede del gobierno surcoreano, asistieron a un partido del equipo femenino de jockey sobre hielo, que está formado por atletas de los dos países y el domingo disfrutaron de un concierto en el Teatro Nacional de Seúl.

Durante la reunión oficial, Yo-jong entregó a Jae-in una invitación para que este año visite Corea del Norte, lo que marcaría un hito en el arduo camino para la paz y la reconciliación entre los dos pueblos separados por la fuerza.

El primer ministro de Corea del Sur, Lee Nak-yon, celebró la idea e instó a los dos gobiernos para trabajar juntos y lograr que la cumbre entre los dos presidentes se celebre lo más rápido posible.

Agregó el jefe del ejecutivo que el diálogo bilateral debe mantenerse después de finalizados los juegos olímpicos de invierno.

En este ambiente de distensión, la actitud y palabras del vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien también asistió a la inauguración del encuentro deportivo, tuvieron el efecto de un elefante desbocado en una cristalería.

En lugar de alentar el diálogo y la reconciliación, Pence dijo que Washington continuará ejerciendo sobre Corea del Norte presiones económicas y políticas y que no descarta para nada las opciones militares contra ese país, con lo que dejó bien claro quién es el principal enemigo de la paz en esa península.



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