Trump: Donde dije digo...

Édité par Martha Ríos
2018-07-19 13:56:16

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Trump no ha aprendido aún a medir sus palabras y adecuar su conducta a las normas de la convivencia internacional. Foto: Archivo

Por Guillermo Alvarado (RHC)

Atacado por seguidores, adversarios y la gran prensa local, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se vio obligado a dar uno de sus habituales cambios de corriente, esta vez en torno a declaraciones vertidas durante la conferencia de prensa tras su reunión a inicios de semana con su homólogo de Rusia, Vladimir Putin.

En Helsinski, capital de Finlandia y sede de ese encuentro, el jefe de la Casa Blanca desairó a los servicios de investigaciones estadounidenses, la llamada “comunidad de inteligencia”, cuando aseguró que no hubo ninguna injerencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016, que lo llevaron al cargo.

Resulta ser que los aparatos de espionaje opinan precisamente lo contrario y aseguran tener evidencias.

La contradicción podría haber quedado en el terreno de lo anecdótico, pero Trump con su imprevisible conducta se ha ganado la animadversión de mucha gente en la clase política estadounidense, que no vacilaron en aprovechar el incidente para acusarlo incluso de traición a los intereses nacionales.

La embestida fue de tal magnitud que el presidente debió buscar justificaciones, como decir que se equivocó de frase o que fue malinterpretado por la prensa.

La realidad es mucho más simple y llana. Resulta que el jefe del Estado más poderoso del mundo en términos económicos y militares no ha aprendido aún a medir sus palabras y adecuar su conducta a las normas de la convivencia internacional, porque no es este el primer embrollo en que se ve metido por su incontinencia verbal.

Sucede que ahora las cosas son un poco más delicadas porque finalizado el verano el país norteño estará abocado por completo a las llamadas elecciones de medio término, cuando se renovará por completo la Cámara de Representantes y un tercio de la de Senadores, así como 36 gobernadores y 46 legislaturas estatales.

No se trata, pues, de un evento de menor importancia y muchos miembros del Partido Republicano, actualmente en mayoría en el Congreso estadounidense, tienen terror de perder su predominio debido a los desaguisados del presidente.

Si Rusia intervino o no en las pasadas elecciones no es el fondo del problema, sino apenas una excusa para encuadrar a Trump y tratar de que en los próximos meses su conducta sea políticamente correcta y evitar que el partido Demócrata gane terreno.

Dura tarea porque el presidente no parece conocer límites y en el último año y medio hizo perder mucho prestigio a Estados Unidos en el terreno internacional y se ha aislado cada vez más.

Así lo dijo en un editorial el diario The New York Times, cuando afirmó que "lo único claro es que un presidente que está muy fuera de su competencia está metiendo a Estados Unidos en problemas profundos".

Malas noticias para un político muy polémico y que apenas hace unos días expresó su voluntad de postularse a la reelección en 2020, un propósito que de seguir por el actual camino de enredos del tipo de “donde dije digo, dije Diego”,  le quedará lejos, muy lejos.     



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