Cepal: crece pobreza extrema

Édité par Maite González Martínez
2019-01-16 10:15:44

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Imagen ilustrativa. (Foto/archivo)

Por: Guillermo Alvarado

Los niveles de pobreza general se mantienen relativamente estables en la región, pero la pobreza extrema creció y muestra los peores resultados en casi una década reveló un informe de la Comisión Económica de la ONU para América Latina y El Caribe, CEPAL, dado a conocer la víspera en Santiago de Chile.

El texto, denominado Panorama Social 2018, constata el desolador paisaje para casi un tercio de la población en el área, hasta donde no llegan los beneficios de las políticas públicas y que difícilmente verán resuelta su precariedad en los años que faltan para cumplirse las metas de desarrollo de 2030.

De acuerdo con la CEPAL, a finales de 2017 había en Latinoamérica y El Caribe un total de 184 millones de personas en condición de pobreza, lo que significa el 30,2 por ciento de los habitantes, una tasa estable con relación a los dos años anteriores.

Sin embargo la pobreza extrema, es decir la miseria, alcanza a 62 millones, lo cual significa el 10,2 por ciento de la población, una cifra que no se veía desde 2008 y que mantiene una tendencia al crecimiento.

Aunque la región logró importantes avances en la década pasada y los primeros cinco años de la actual, desde 2015 se observan retrocesos, aseguró Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la CEPAL, quien llamó a los gobiernos a realizar esfuerzos adicionales para garantizar la protección social, la inclusión laboral y la reducción de las desigualdades en la distribución de la riqueza.

Según el informe, como conjunto regional el gasto público social de los gobiernos se incrementó, pero hay grandes disparidades respecto a cada nación.

Recordemos que uno de los pilares de la teoría neoliberal, actualmente en boga en varios países, como Chile, Argentina, Perú, Colombia, Paraguay, Brasil o Panamá, por citar algunos, consiste en la disminución progresiva de la inversión social del Estado, lo que deja desprotegida a la población de escasos recursos.

La situación es mucho más difícil para el sector femenino, donde se concentran algunas de las principales desigualdades.

Por ejemplo, si el 40 por ciento de la población con empleo recibe ingresos inferiores al salario mínimo establecido en su país, en el caso de las mujeres este porcentaje sube hasta el 48,7 por ciento y entre las jóvenes alcanza los 60,3 puntos.

Además, la mitad de ellas laboran en empleos de baja productividad y 8 de cada 10 no están afiliadas, o no cotizan en ningún sistema de pensiones o de seguridad social.

Otro dato preocupante es que en América Latina el 77 por ciento del trabajo no remunerado, como las tareas del hogar, es realizado por mujeres, lo que limita su posibilidad de acceder a programas de formación para lograr empleos calificados en las ramas de la tecnología y las ciencias.

En este panorama no es ninguna noticia que las féminas figuren entre los más pobres de los pobres y que las desigualdades no sólo se mantengan, sino que se incrementen cada vez más, formando un círculo vicioso difícil de romper.



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