Por María Josefina Arce

El narcotráfico es uno de los negocios ilegales más lucrativos del mundo. Mueve anualmente cientos de miles de millones de dólares a través de una amplia red a nivel internacional, que comprende la producción, transportación y comercialización de las drogas, además de todo un sistema financiero para lavar las ganancias.

Pero es un negocio vinculado a la muerte, pues los estupefacientes provocan cada año decenas de miles de fallecimientos por el consumo de esas sustancias o sobredosis. Solo en 2017 en Estados Unidos se reportaron 72 mil muertes por este concepto.

De acuerdo con los expertos, el pasado año siguió incrementándose la amenaza global del narcotráfico por la rápida variación de las rutas, los modos de operar y los métodos de ocultamiento.

Aunque en Cuba el consumo es ínfimo, no escapa a esta amenaza pues persiste el uso de itinerarios tradicionales cercanos a nuestra posición geográfica, además del interés de grupos criminales foráneos de introducir drogas en nuestro territorio y la tendencia de naciones del área de despenalizar el consumo de ciertas sustancias.

De ahí que Cuba mantiene un activo enfrentamiento a ese flagelo para evitar su entrada al país. En el 2018 incautó unos dos mil 438 kilogramos de drogas, la mayoría marihuana procedente de recalos por operaciones internacionales de narcotráfico que no tenían al país como destino.

Marihuana, cocaina, crack y hachís fueron las sustancias confiscadas, de acuerdo con un informe del Ministerio cubano del Interior, publicado en las últimas horas por la prensa nacional.

Añade el texto que en la frontera aérea se neutralizaron 49 operaciones de intento de introducción de drogas, la mayoría con el propósito de comercializarla en el país, con 90 detenidos y un total de 81 kilos de narcóticos ocupados.

En el combate contra ese problema las autoridades cubanas aplican un concepto integral, ya que no solo está suscrito a lo penal, sino que se desarrollan acciones de prevención en barrios, centros laborales y de enseñanza para alertar a toda la población, especialmente a los jóvenes, principales víctimas de este flagelo.

Es así que se desarrolla un trabajo conjunto de varias instituciones para identificar los barrios y familias con proclividad a esas prácticas nocivas y se les atiende de manera directa, además de desarrollar conferencias y charlas para advertir sobre las negativas consecuencias del consumo de estas sustancias.

Nuestro sistema de salud, universal y gratuito, pone también a disposición de las personas con esta adicción todos sus recursos para ayudar a su rehabilitación y reinserción en la sociedad.

La Mayor de las Antillas mantiene además una estrecha cooperación con otras naciones y organismos internacionales en materia de lucha contra el consumo y comercio de estupefacientes.

Las drogas no son un problema en Cuba, que no obstante, mantiene una política de tolerancia cero hacia este fenómeno mundial, y no descansa en su enfrentamiento, un esfuerzo reconocido por organismos internacionales e incluso por ex funcionarios de Estados Unidos.