Los más desvalidos

Édité par Maite González Martínez
2020-04-03 08:55:50

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Por: Guillermo Alvarado

La información de que tres menores recluidos en un centro de retención para niños migrantes en Nueva York dieron positivo a la Covid-19, sacó a flote la vulnerabilidad que sufren ante la pandemia los infantes que solos, o con sus padres, debieron abandonar su tierra en busca de un futuro mejor.

No hay una estadística exacta de cuántos menores partieron de México o el Triángulo Norte centroamericano, ni de los que están empantanados en la frontera con Estados Unidos, viviendo en campamentos improvisados o en atestados albergues temporales.

Tampoco se conocen datos precisos de los que fueron arrebatados a sus padres cuando trataban de cruzar la línea divisoria, o que resultaron capturados mientras realizaban el viaje sin compañía de ningún adulto.

Las mismas autoridades migratorias estadounidenses reconocen que se ha perdido la pista de miles de estas pequeñas víctimas, que fueron entregadas a tutores o familiares, pero a cuyo caso no se le dio ningún seguimiento, ni siquiera cuando los padres fueron deportados.

La separación de familias fue un acto tan cruel, que concitó el repudio generalizado contra el presidente Donald Trump, principal impulsor de la llamada política de tolerancia cero contra la migración indocumentada.

Estas acciones no estuvieron dirigidas solo a los niños que arribaron a la frontera sur, sino incluso contra muchos nacidos en Estados Unidos cuyos progenitores esperaban una respuesta a su solicitud de asilo.

Se sabe que en el condado de San Diego más de mil cien menores fueron objeto de tales acciones, incluso algunos recién nacidos que fueron entregados al servicio estatal de protección infantil, y sus madres enviadas a México.

El caso es que ante la amenaza de la pandemia del nuevo coronavirus, hay gran cantidad de niños en peligro. Organizaciones humanitarias denunciaron que en los centros de retención no se les ofrecen desinfectantes, el jabón es escaso y la atención médica casi nula.

Peor les va a los que están arrinconados en la frontera de México, donde conseguir comida es una lucha cotidiana y el agua potable una ficción.

Con una pésima higiene, sufriendo hambre y muchos de ellos desnutridos es de un sombrío pronóstico lo que podría ocurrir con estos niños migrantes, que están entre el olvido y el abandono, si la pandemia se ensaña con ellos.

Ya la Organización Mundial de la Salud advirtió que no sólo los adultos mayores o personas con enfermedades crónicas mueren por esta enfermedad. Niños, adolescentes y jóvenes se cuentan ya entre sus víctimas, por lo que ninguna voz de alerta está de más para resguardar a quienes prácticamente carecen de todo. Ojalá haya oídos receptivos.



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