Especie en merma

Édité par Maite González Martínez
2020-07-16 07:18:57

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Los mayores de 80 años serán seis veces más que ahora, lo que requerirá un replanteamiento de servicios sociales y de salud que debiera comenzar a prepararse de

Por: Guillermo Alvarado

La revista británica especializada en temas de salud y medicina, Lancet, publicó recientemente un estudio donde se prevé que la especie humana disminuirá notablemente su tasa de fecundidad para finales de este siglo, lo que significa una reducción del número de habitantes en el planeta.

En la actualidad ese índice es de 2,3 hijos como promedio global por cada mujer, pero dentro de 80 años habrá caído a 1,66. Esto significa que la humanidad como masa de individuos crecerá, pero mucho menos de lo que se había proyectado y, por supuesto, no cómo lo está haciendo en estos años.

La investigación realizada por el Instituto de Métrica y Evaluación de Salud, con sede en Seattle, Estados Unidos, indica que en 2100 la población total será de 8 mil 800 millones, dos millones menos que las proyecciones de la ONU.

Este cambio demográfico traerá graves consecuencias en la economía de muchas naciones, pero también en las formas de organización de las familias y de la sociedad en general.

Disminuirá la cantidad de personas en edad laboral y los mayores de 80 años serán seis veces más que ahora, lo que va a requerir un replanteamiento de servicios sociales y de salud que debiera comenzar a prepararse desde ahora.

El estudio genera numerosas paradojas. La primera es que este problema estará vinculado a procesos positivos, como la apertura de mayores oportunidades de estudio y trabajo calificado para las mujeres y el acceso generalizado a métodos científicos de control de la natalidad.

Otra, no menos importante, es que muchos países que hoy enfrentan la migración laboral como a un enemigo, entre ellos Estados Unidos y algunos miembros de la Unión Europea, tendrán que recurrir obligatoriamente a la mano de obra foránea cuando vean caer su población económicamente activa.

Aunque Donald Trump no lo crea, su país tendrá que abrir las puertas y aún estimular la migración, si pretende mantener su potencial económico.

Japón, Italia, España, China, entre otros, perderán a la mitad de su población, a menos que se tomen medidas para impedirlo. África subsahariana, por el contrario, triplicará su número de habitantes.

El lado positivo es que disminuirá la presión sobre el medio ambiente al modificarse la producción de alimentos y la emisión de gases contaminantes.

Al modificarse los mapas demográficos y geopolíticos, existe también la oportunidad de acceder a un mundo nuevo, no como la sombría advertencia que imaginó Aldous Huxley, o el mejor de los mundos posibles, del Cándido, de Voltaire, pero sin duda distinto, si los hombres así se lo proponen.



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