Por: Guillermo Alvarado

La incertidumbre terminó por fin cuando el candidato a la presidencia de Estados Unidos del partido Demócrata, Joe Biden, anunció que la senadora por California, Kamala Harris, será su compañera de fórmula con vistas a las elecciones del 3 de noviembre próximo.

Se trata de una prestigiosa abogada, la primera mujer en ocupar el cargo de fiscal general en su estado durante casi dos períodos consecutivos, hasta que en 2017 decidió incursionar en la política y fue elegida al Senado.

Con 55 años, ha tratado de mantenerse en la línea divisoria entre los sectores conservadores y progresistas de su partido, posición que le impidió sumar suficientes adhesiones cuando lanzó su precandidatura a las primarias, aspiración que debió abandonar antes de comenzar el proceso.

Es hija de inmigrantes que arribaron a Estados Unidos por razones profesionales. La madre, Shyamala Gopalan, nació en India donde era especialista en cáncer de mama. En la década de los 60 del siglo pasado viajó para hacer una especialidad en la Universidad de Berkeley.

Su padre, Donald Harris, es originario de Jamaica y fue catedrático de economía en la Universidad de Stanford. El matrimonio se radicó en California, donde nacieron sus hijas, Kamala y Maya.

Es decir que apuntan a su favor estos factores, por ser una mujer joven con una brillante trayectoria profesional; por sus raíces, donde se mezcla lo caribeño, africano y asiático; y por su oratoria contundente, que ya ha demostrado en los debates senatoriales.

Esta última característica fortalece uno de los puntos débiles de Biden, cuyo repunte en las encuestas no se debe precisamente a que incendie las masas, sino a los gruesos errores de su rival republicano, Donald Trump.

Respecto al jefe de la Casa Blanca, a dos meses y 20 días de las votaciones ya está sintiendo pasos de animal grande y así se explica su reacción cuando conoció la selección de la senadora Harris.

Con su habitual iracundia arremetió contra ella con términos groseros que, lejos de ayudarlo, lo hunden más.

Dijo que es “la más mala, la más horrible, la más irrespetuosa de todos en el Senado”. Antes la había señalado de “desagradable” y “falsa”.

Es decir que el presidente le tiene miedo y no se da cuenta de que se está metiendo en una zona de arenas movedizas, como es el voto femenino, sin hablar de las comunidades migrantes hispanas, afrodescendientes y asiáticas que de pronto adquieren un mayor protagonismo.

La mesa está servida para esta contienda, que tiene como telón de fondo la crisis sanitaria y económica más grande en la historia de Estados Unidos.  FIN