Por: Guillermo Alvarado

La Organización de las Naciones Unidas, ONU, lanzó una severa advertencia en días recientes cuando dijo que, de no controlarse la pandemia de covid-19 ocurrirá en todo el mundo una “hambruna bíblica”, es decir de grandes  proporciones.

De acuerdo con la máxima entidad mundial, de los 140 millones de personas que sufrían inseguridad alimentaria a principios de este año, la cifra crecerá a 270 millones al finalizar 2020, lo que significa casi el doble en un período relativamente corto de tiempo.

La causa, como todo el mundo conoce, radica en las perturbaciones económicas que la nueva y peligrosa enfermedad está provocando, en particular por las necesarias medidas de aislamiento para cortar la cadena de contagios, que afectan los procesos de producción y consumo.

América Latina y El Caribe es una de las regiones más golpeadas por esta situación, donde las necesidades urgentes de alimentos crecerán en 260 por ciento, seguida de la parte oriental y central de Asia, con un incremento de 135 por ciento de personas con hambre y desnutrición.

Se trata de zonas duramente castigadas por la pandemia, donde millones perdieron sus fuentes de ingresos y requieren asistencia humanitaria.

Explicó la ONU que el Programa Mundial de Alimentos debe atender a 138 millones de habitantes antes de que termine este año, la mayor operación en toda su historia.

Para ello, requiere casi de cinco mil millones de dólares adicionales y darle de esta manera una oportunidad de sobrevivir a los necesitados. El problema es que la crisis económica también afecta a muchos donantes y la tendencia es más bien reducir los aportes para dedicar esfuerzos al combate del virus.

Otra mala noticia es que la Organización Mundial de la Salud advirtió que poner fin a este problema requerirá de cerca de dos años, lo cual significa que el 2021 también estará bajo el signo de la pandemia. De hecho hay señales claras de un repunte en países donde se creía haber dejado atrás lo peor.

Las autoridades alemanas informaron que en 24 horas se registraron dos mil casos nuevos, algo que no ocurría desde abril pasado. La semana anterior en Corea del Sur el gobierno prohibió las concentraciones públicas y ordenó el cierre de museos, discotecas y algunos restaurantes en Seúl, la capital.

Todas las miradas están puestas en la fabricación de una vacuna, si bien los expertos alertaron que eso por sí solo no eliminará el virus y se cree que serán necesarias varias rondas de inoculaciones para tenerlo bajo control. Los humanos tendremos, pues, que aprender a vivir de una u otra manera, con este nuevo mal.