El periodista Pedro Martínez Pírez entrevista a Fidel Castro.
Por: Pedro Martínez Pírez
Cuatro años se cumplen este miércoles del fallecimiento en La Habana del Líder Histórico de la Revolución Cubana, el Comandante Fidel Castro Ruz, a quien considero uno de mis grandes paradigmas.
Siento el orgullo de haber escrito el prólogo del libro sobre las Cuatro Visitas de Fidel a Ecuador, obra del arquitecto Alfredo Vera y el poeta Pepe Regato, la cual fue presentada en Quito el pasado 18 de noviembre con la participación de nuestro Embajador en Ecuador, Rafael Dausá y del Vice Prefecto de Pichincha, Alexandro Tonello.
Para mí fue en realidad una tarea muy grata escribir este prólogo, pues fuí diplomático de Cuba en Ecuador hace seis décadas, y el 2 de septiembre de 1960 y por encargo de Fidel Castro bautizamos en la Embajada cubana, al niño Fidel Nieves, ahijado del Comandante.
También de Ecuador tengo el muy agradable recuerdo de haber sido el diplomático que comunicó a la cancillería cubana el deseo del pintor ecuatoriano Oswaldo Guayasamín de viajar a Cuba y pintar a Fidel, lo cual se pudo concretar en la sede del Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, en La Habana, el sábado 6 de mayo de 1961.
Y haber dado cobertura, como enviado de la Televisión Cubana y de Radio Habana Cuba al segundo viaje de Fidel a Ecuador, que fue el primero a Quito, en agosto de 1988, a la toma de posesión del presidente ecuatoriano Rodrigo Borja, que tuvo en su gabinete, como Ministro de Educación, al arquitecto Alfredo Vera, esposo de Saskia, la hija mayor del pintor Guayasamín.
Estuve también en la tercera visita de Fidel Castro a Ecuador, quien asistió a la inauguración de la Capilla del Hombre en Quito, el 29 de noviembre de 2002, la obra magna del artista ecuatoriano, quien había fallecido el 10 de marzo de 1999.
El 8 de enero 1993 tuve el privilegio de asistir en La Habana a la inauguración de la Casa Museo Oswaldo Guayasamín, acto en el que estuvieron presentes el pintor ecuatoriano, el Historiador de la Ciudad Eusebio Leal y el Comandante Fidel Castro.
En noviembre de 1995, en una casa de Protocolo del reparto Cubanacan, en La Habana, tuve el honor de estar presente cuando Guayasamín hizo el cuarto y último retrato a Fidel, obra que el artista ecuatoriano entregó al Comandante cubano, como regalo por su setenta cumpleaños, en 1996.
Pero mis recuerdos de Fidel se remontan a mis años de estudiante en el curso nocturno de la Escuela de Ciencias Políticas de la Universidad de La Habana. En 1964 y los años siguientes Fidel solía ir por las noches a la Universidad para conversar con alumnos de las distintas carreras de la Facultad de Humanidades. Y allí fue que oí por primera vez que a Fidel le decían El Caballo.
Y esto pude comprobarlo en 1972, cuando como periodista de la Agencia Prensa Latina me correspondió dar cobertura a la extensa gira de Fidel por naciones de Africa y Europa Socialista, recorrido iniciado en Conakry, Guinea, el 3 de mayo de 1972 y concluído en julio de ese año en Moscú, la capital soviética.
Al presidente de Guinea, Sekou Touré, le decían El Elefante, y uno de los colegas que participó en aquella histórica gira, Luis Báez, me comentó que en Conakry se habían reunido El Caballo y El Elefante.
Como periodista de la Revista OCLAE, el diario Juventud Rebelde, la Agencia Prensa Latina, la Televisión Cubana y Radio Habana Cuba, estuve en muchos momentos cerca de Fidel.
Lo recuerdo en octubre de 1983, en los días de la invasión de Estados Unidos a la pequeña Granada, cuando enterado de que yo desde Radio Habana Cuba entrevistaba vía telefónica a Osvaldo Guayasamín, Juan Bosch, Oscar Niemeyer y otras personalidades de Nuestra América que condenaban el crimen yanqui, decidió que el texto de las entrevistas fuera publicado en el periódico Granma, algo que ocurrió durante varias semanas gracias el colega José Antonio de la Osa.
Como periodista dí cobertura al intenso trabajo de Fidel en varias provincias cubanas, en actos de inauguración de Escuelas, Cooperativas, Centros de Investigación Científica, conmemoraciones del 26 de Julio, elecciones de la Asamblea Nacional, comparecencias en la televisión cubana, recibimientos a Jefes de Estado extranjeros, y a muchas actividades en el exterior.
Son inolvidables para mí las visitas de Fidel a Guinea, Bulgaria, Hungría, República Democrática Alemana, Unión Soviética, Naciones Unidas en Nueva York, Ecuador, Venezuela, México, Bolivia, Brasil, Zimbabwe, Angola, la India y España, donde tuve el privilegio de reportar sus visitas a Madrid, Barcelona, Sevilla y a conocer la choza donde vivió su padre, Angel Castro Argís, en Láncara, provincia de Lugo, Galicia, en julio de 1992.
Fuí testigo en Santiago de Compostela del regalo a Fidel de un caballo por un criador de la provincia gallega de La Coruña el 27 de julio de 1992.
Como periodista entrevisté en varias ocasiones a Fidel en Cuba y el exterior. Guardo en mi memoria la entrevista que le hice al Comandante en la sede de la Misión de Cuba ante la ONU, en Lexington y 38, la noche del 12 de octubre de 1979, horas después de la brillante intervención de Fidel ante la Asamblea General de Naciones Unidas, donde habló en su doble carácter de Presidente de Cuba y del Movimiento de Países No Alineados.
Otra entrevista a Fidel que no olvido la hice en la sede del Pabellón de Cuba en la Feria Universal de Sevilla, España, el 26 de julio de 1992, recién llegado Fidel de Barcelona, donde asistió a la inauguración de los Juegos Olímpicos, y en la víspera de su viaje a Galicia donde conocería la choza de su padre.
Un año antes, en octubre de 1991, fuí uno de los delegados al IV Congreso del Partido Comunista de Cuba, efectuado en la ciudad de Santiago de Cuba, y allí pude ser testigo del renovado liderazgo de Fidel y escuchar por primera vez en el Teatro Heredia al cantautor Silvio Rodríguez interpretar su hermosa canción EL NECIO.
Son muchos los recuerdos que guardo del Comandante Fidel Castro, con quien estuve en varias ocasiones en los estudios de la televisión cubana, en una de ellas para que él hiciera las conclusiones de la visita a Cuba reslizada por el Papa Juan Pablo Segundo, en enero de 1998.
Y aquí me detengo para contar algo de lo cual no había hablado nunca. En la cobertura de la visita a Cuba de ese Papa tenía yo la encomienda de narrar como periodista dos de las cuatro misas de Juan Pablo Segundo, pero luego de hacerlo en la primera, celebrada en mi ciudad natal, Santa Clara, en la actual provincia de Villa Clara, Fidel pidió que yo narrara también las de Camagüey, Satiago de Cuba y La Habana.
En 1998 concluía yo mi mandato de cinco años como Diputado Nacional, iniciado cinco años antes, en un quinquenio en el que pude estar muy cerca de Fidel, un hombre extraordinario que colocó a Cuba en la geografía mundial, y quien dejó a todos los cubanos un legado extraordinario de rebeldía y dignidad.