Imagen ilustrativa. Encuentro en Moscú, marzo 2011. Reuters

Por: Guillermo Alvarado

Un innegable alivio se extendió por todo el mundo cuando se informó que los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, y de Estados Unidos, Joe Biden, decidieron prorrogar por cinco años más, hasta febrero de 2026, el pacto bilateral de limitación de armas nucleares.

Dicho instrumento, cuyo nombre completo es Tratado de Reducción y Limitación de Armamentos Estratégicos Ofensivos entre Rusia y Estados Unidos, estuvo en la mira del ex gobernante Donald Trump, quien afortunadamente no tuvo tiempo de destrozarlo.

El llamado Nuevo START, establece que ninguno podrá tener más de mil 550 ojivas nucleares, 800 lanzaderas de misiles balísticos intercontinentales y 700 unidades operativas con capacidad nuclear, ya sea que estén montadas en misiles, en submarinos o en bombarderos.

Según la jerga militar, una unidad nuclear operativa es, ni más ni menos, que una bomba totalmente lista para ser lanzada por el medio que sea.

Como se puede ver, todavía la cantidad de pertrechos atómicos disponible para las dos potencias tiene la capacidad de destruir varias veces nuestro planeta y borrar para siempre todo vestigio de vida animal o vegetal en esta esquinita del universo.

No obstante, es un paso de avance si se toma en cuenta que en 2020 los dos países tenían en su conjunto más de 12 mil bombas atómicas, de ellas dos mil 700 desplegadas.

Peor aún, en el período conocido como “guerra fría” entre Estados Unidos y la entonces Unión Soviética se alcanzó la insensatez de fabricar y almacenar en esas potencias nucleares unas 71 mil ojivas.

En ese tiempo la seguridad mundial estaba basada en el denominado “equilibrio del terror”, según el cual un rival no atacaba al otro porque tenía la certeza de que la respuesta sería tan brutal que ambos, y seguramente todos los demás, quedarían totalmente destruidos.

Según dijo el viceministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Riabkov, el plazo de cinco años otorgado por el Nuevo START permitirá iniciar negociaciones más profundas para establecer nuevos parámetros de seguridad.

En honor a la verdad, el mejor parámetro de seguridad que podría existir sería la eliminación completa de este tipo de arsenales. Eso significaría subir un escalón superior en el desarrollo de la especie humana.

Bastante tenemos ya con el cambio climático, la covid-19 y otras eventuales pandemias, como para seguir sentados esperando a que un día, por una mera irresponsabilidad, nuestro mundo tenga la forma de un hongo atómico suspendido en medio de la Vía Láctea.