Manifestación en Israel. Imagen: HispanTV

por Guillermo Avarado

Alrededor de 100 mil personas realizaron una manifestación en Tel Aviv, capital de Israel, para exigir la renuncia del primer ministro, Benjamín Netanyahu, convocar a elecciones legislativas adelantadas y un acuerdo para el retorno de las personas en poder de Hamas en la Franja de Gaza.

Esta es la segunda gran marcha en contra del jefe de gobierno sionista, quien se está quedando sin piso político dentro y fuera de su país cuando se cumplen seis meses del inicio de las operaciones militares de exterminio contra la población palestina.

Las críticas contra el genocidio perpetrado en el Oriente Medio se acentuaron en la medida en que se impide el acceso de ayuda humanitaria para niños, mujeres y ancianos, que se convirtieron en blanco favorito de los bombardeos de saturación contra la estrecha y superpoblada franja.

La reacción subió de tono luego de la muerte, para nada accidental, de siete miembros de una organización humanitaria cuando transportaban alimentos e insumos médicos destinados a socorrer a quienes perdieron sus pertenencias.

Incluso Estados Unidos, aliado fiel de Netanyahu, se vio forzado a criticar a su ahijado político y exigirle respeto por la vida de los civiles.

Es en este contexto que se explica la decisión del gobierno israelí de retirar sus tropas, excepto un batallón muy bien armado, del sur de la Franja de Gaza, con el pretexto de permitir el ingreso de ayuda humanitaria.

En realidad más que eso, se trata de un movimiento táctico del ejército sionista para salvar los muebles ante el repudio internacional, que se muestra muy activo entre los pueblos, al que se van sumando poco a poco y en ocasiones a regañadientes, varios gobiernos europeos.

Lo dejó bien claro el jefe de gobierno israelí cuando afirmó que la guerra no terminará sino con la ocupación total de gaza y, mejor aún para los sionistas, si los palestinos abandonan ese reducto y se suman a una nueva Nakba, como se conoce al exilio forzoso luego de la creación artificial de Israel.

Mientras tanto Netanyahu necesita darse una tregua para apaciguar a la población judía, que le acusa de dar más importancia a sus ambiciones políticas que a la vida de los  129 rehenes, de los cuales 34 murieron durante los bombardeos sionistas sobre ciudades y hospitales palestinos.

Esta y no otra es la verdadera razón de que se hayan retirado las tropas del sur de Gaza, donde ya provocaron una gran devastación y amenazan a más de un millón y medio de personas con el exterminio, sea por el fuego de las armas o por el hambre y las enfermedades, mientras la comunidad internacional hace poco, o casi nada, para poner fin a esta barbarie.