Colaboración médica cubana

por Roberto Morejón

La salud en Cuba continúa como un derecho del pueblo, gratuito y respaldado mayoritariamente por el presupuesto estatal, aunque necesita de otras entradas, dadas las afectaciones por diversas razones, en primer lugar el bloqueo de Estados Unidos.

El sistema de atención general mantiene su enfoque preventivo y se trata de mejorar el esquema de atención primaria que incluye consultorios médicos en comunidades.

Si bien el país alcanzó en años anteriores indicadores de salud destacados, por efectos de la pandemia, el recrudecimiento del cerco de Estados Unidos, la inflación internacional y la escasez de divisas, las prestaciones en esta esfera se han visto resentidas.

A esa circunstancia adversa contribuye la inclusión de la mayor de las Antillas en una lista unilateral de los que en Estados Unidos califican de patrocinadores del terrorismo, por cuya causa este archipiélago recibe negativas de operaciones en bancos extranjeros.

Los pacientes lamentan la escasez de recursos, el envejecimiento de una parte de la infraestructura hospitalaria, la rotura de equipos y la salida de miles de profesionales.

Cuba recibe y agradece donativos de países y de movimientos de solidaridad, en tanto la biotecnología doméstica, capaz de aportar vacunas y medicamentos eficaces, es una vía para que la ciencia y la salud pública obtengan recursos imprescindibles.

Otro afluente lo constituyen las misiones médicas en el exterior como resultado de acuerdos suscritos entre Estados soberanos.

Esas ayudas permiten a otros países contar con médicos, enfermeros y técnicos de la nación caribeña, con elevada calificación y ejercicio altruista.

Y Cuba percibe recursos financieros de aquellos países con capacidad para ello, cuyo destino es únicamente sostener el sistema de salud pública local.

El hecho de que Estados Unidos y fundamentalmente el Departamento de Estado, con Marco Rubio a la cabeza, desaten una cacería de personas que contribuyen o se benefician de la colaboración médica de La Habana, debe interpretarse como un atentado contra la vida de millones de personas, incluyendo la de los cubanos.

Si las recientes restricciones de visas adoptadas por Rubio se ejecutan, centenares de servicios en terceros países, sustentados por profesionales cubanos de bata blanca, podrían cerrar.

Y en la tierra de José Martí sería mucho más complicado atender los requerimientos de hospitales y consultorios médicos.

Con razón, en el Caribe y en otras regiones recibieron con inquietud las disposiciones de Marco Rubio, quien afirma conocer de las dificultades de los cuidados de la salud en Cuba, pero busca, precisamente, impedir su solución.