por Marta Denis Valle
La libertad y el futuro del pueblo cubano estaban en juego en las arenas de Playa Girón, hace 56 abriles, cuando Cuba aplastó, en una contraofensiva relámpago, la operación mejor preparada por Washington en América Latina.
Nunca desaparecerá de la vida cotidiana de los cubanos el significado de la Victoria de Girón, el 19 de abril de 1961, sin la cual se habría perdido la Revolución misma y la gran oportunidad de cambiar el destino de este país.
El capricho estadounidense de destruir la Revolución Cubana chocó con una hazaña sin precedentes en América Latina, la derrota de una poderosa invasión mercenaria, realizada por este pueblo, encabezado por su líder el Comandante en Jefe Fidel Castro.
A Washington le resultó imposible repetir con éxito en el caso cubano el modelo de una invasión mercenaria aplicado en el derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz, en Guatemala (1954).
La declaración del carácter socialista de la Revolución, solo horas antes del desembarco mercenario en 1961, representa uno de los factores políticos decisivos de la victoriosa batalla de Playa Girón, cuya trascendencia rebasa su momento histórico.
Solo una fuerte motivación patriótica y revolucionaria hizo posible el triunfo cubano, consciente de que ocurrir, por el contrario, una victoria estadounidense en Bahía de Cochinos, Estados Unidos sería más poderoso.
Esto impulsó a los centenares de combatientes cubanos, en su mayoría jóvenes, a pelear sin tregua en condiciones adversas y vencer en tres días y dos noches a un enemigo bien armado, incluso con aviación.
Junto a los soldados rebeldes y la Policía Nacional Revolucionaria, las milicias constituyeron la tropa más numerosa presente en toda Cuba, formada por obreros, campesinos, estudiantes y población en general.
También los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), principal organización de masas, jugaron un importante papel en la neutralización de los elementos desafectos.
La certera conducción y rapidez de Fidel, en el propio lugar de los hechos, logró lo que el enemigo creyó imposible, la derrota de los mercenarios que ocuparon Playa Larga, al fondo de la Bahía de Cochinos, y Playa Girón, al este.
En general ya estaban cumplidas las líneas esenciales del Programa del Moncada, enunciado por Fidel Castro en 1953, y se daban nuevos pasos hacia la justicia social.
El triunfo revolucionario, en enero de 1959, erradicó la condición neocolonial impuesta a Cuba por Estados Unidos durante más de medio siglo.
LA DERROTA DE LA INVASIÃ'N MERCENARIA
A las 2:30 de la madrugada del 17 de abril de 1961 se inició el desembarco de los mil 550 hombres de la denominada Brigada de Asalto 2506, en Playa Larga y Playa Girón, Bahía de Cochinos, con tanques y blindados, apoyo de paracaidistas y bombardeo aéreo.
La Brigada 2506 fue entrenada en Retalhuleu, Guatemala, y partió de Puerto Cabeza, Nicaragua, mientras que la fuerza aérea dispuso de la base estadounidense de Oppalocka, en la Florida.
Era su objetivo ocupar la zona de la Ciénaga de Zapata, en la costa sur de la actual provincia de Matanzas, y allí instalar un 'gobierno contrarrevolucionario', auspiciado por la administración estadounidense, que de inmediato solicitaría la intervención militar de Washington.
La Ciénaga de Zapata, el mayor humedal del Caribe Insular y hasta entonces una de las regiones más aisladas de Cuba, resultó el punto seleccionado para ejecutar la Operación Pluto por la Agencia Central de Inteligencia (CIA).
Estos planes se fueron abajo en menos de 72 horas cuando a un alto costo las fuerzas del Ejército Rebelde y de las Milicias Nacionales Revolucionarias tomaron por asalto las últimas posiciones de los mercenarios en Playa Girón, al oscurecer del 19 de abril.
Entre los combatientes de las fuerzas revolucionarias y la población civil hubo 176 muertos y más de 300 heridos, de los cuales 50 quedaron incapacitados.
Los agresores tuvieron más de 200 muertos y mil 197 prisioneros; se les ocuparon técnica y armamento diverso, y quedaron destruidos 12 aviones, dos buques de transporte y tres barcazas; y averiados, otro buque y tres barcazas.
De la Brigada formaron parte más de 100 latifundistas, 112 comerciantes, 67 casatenientes, 35 industriales, 24 propietarios medios, 89 altos funcionarios de empresas, 415 de las capas medias y 112 lumpens con antecedentes penales.
También 194 ex militares de la tiranía de Fulgencio Batista; de ellos varios fueron juzgados aparte porque con anterioridad habían cometido crímenes.
El carácter mercenario de la Brigada es evidente ya que la CIA entregó a cada enrolado mensualmente (libre de impuestos) 175 dólares a los solteros y 225 a los casados; otros 50 dólares por el primer hijo y 25 por cada una de las demás personas bajo su abrigo, así como alimentación y alojamiento.
El 24 de abril de 1961, en una declaración de la Casa Blanca, el presidente John F. Kennedy asumió la responsabilidad por la invasión. 'El Presidente se opone vigorosamente a que nadie, dentro o fuera de la Administración, trate de hacer variar la responsabilidad', añadió.
El demócrata Kennedy resultó el padrastro del plan de la administración republicana precedente, pues según sus memorias (Mis años en la Casa Blanca), Dwight D. Eisenhower ordenó a la CIA, el 17 de marzo de 1960, comenzar a organizar el entrenamiento de cubanos, principalmente en Guatemala.
Aunque fue planeado por la Administración Republicana, el presidente John F. Kennedy lo llevó a cabo hasta sus últimas consecuencias.
El candidato presidencial Kennedy y su vice Lyndon Johnson fueron informados del plan desde julio de 1960 por el Director General de la CIA, Allen Dulles, siguiendo instrucciones del general Eisenhower.
En manos de la CIA estuvo toda la actividad contrarrevolucionaria, interna y externa, anterior y posterior a la invasión.
El informe de Lyman Kirkpatrick, inspector general de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), elaborado en octubre de 1961, corrobora la implicación de Estados Unidos en estos hechos, y el comienzo de las operaciones terroristas y contrarrevolucionarias contra Cuba en el verano de 1959.
Con ese objetivo desplegaron campañas diplomáticas anticubanas y de propaganda contrarrevolucionaria radial y escrita, y una ola de sabotajes para aterrorizar a la población.
Los sabotajes terroristas en todo el país destruyeron o dañaron fábricas, escuelas, comercios, oficinas, cines y otros lugares públicos.
Aviones y avionetas piratas bombardearon objetivos económicos y poblados y ciudades cubanas, causando numerosas víctimas y pérdidas materiales.
De 1959 a 1961, unas 300 organizaciones contrarrevolucionarias fueron auspiciadas dentro del país y fomentadas bandas armadas; las milicias obrero-campesinas y el Ejército Rebelde pusieron fuera de combate a más de mil bandidos en el Escambray, en la región montañosa centro-sur.
(PL)
A 56 abriles de la Victoria de Girón
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