Por Jorge Wejebe Cobo
El cinco de marzo de 1933 murió Juan Gualberto Gómez, a quien Martí consideró su hermano mulato y confió la dirección del alzamiento del 24 de febrero de 1895 en Cuba, para dar inicio a la Guerra Necesaria.
Resultó apresado por las autoridades, advertidas por el espionaje hispano de las actividades conspirativas del patriota, y fue desterrado a cárceles españolas, de donde salió liberado en 1898 al finalizar la contienda.
La vida de Juan Gualberto Gómez tiene visos de leyenda. Nació libre gracias a que sus padres esclavos, Fermín y Serafina, de la dotación de una hacienda, compraron su libertad desde antes de que naciera, el 12 de julio de 1854, en el ingenio Vellocino, en la provincia de Matanzas.
Después de que sus padres también lograron emanciparse y recibir la carta de libertad, vivieron juntos en La Habana y lograron que el hijo además tuviera la mejor educación posible dada su condición y lo matricularon en el colegio para negros Nuestra Señora de los Desamparados.
Es extraordinaria la historia de bondad y amor de esa pareja de ex esclavos por el futuro de su hijo en la terrible etapa que les tocó vivir.
Pero Juan Gualberto resarció con creces la esperanza de sus padres debido a su extraordinaria inteligencia y aplicación, que lo llevó a estudiar en Francia el oficio de artesano en la construcción de carruajes.
Pero su destino no estaba en la construcción de suntuosos coches para los ricos. Cuentan que en Francia probablemente a finales de la década de 1860 conoció al patriota Francisco Vicente Aguilera, quien lo inició en los ideales independentistas a los que dedicó el resto de su vida.
De Francia en 1876 regresó por poco tiempo a La Habana, estuvo en México hasta que retornó a Cuba en 1878, e inició una brillante carrera como periodista independentista y fundó el periódico La Fraternidad, en el que combatió la discriminación racial.
Conoció a José Martí en el bufete del abogado Nicolás Azcárate e iniciaron una profunda amistad, unidos por sus ideales que los llevaron a participar en planes conspirativos en el contexto de la Guerra Chiquita, por lo cual ambos fueron deportados a España. En Madrid ejerció el periodismo con la ayuda de amigos en la prensa liberal.
Engañó a la censura española durante la tregua fecunda, en este y otros órganos de prensa ya que aunque no se mostraba abiertamente por la confrontación, criticaba las lacras del colonialismo y publicitaba los valores democráticos e independentistas.
Su trabajo era la fachada que le permitía desarrollar su labor clandestina vinculado al Partido Revolucionario Cubano fundado por Martí, de quien era su representante ante los conspiradores en Cuba, y que lo llevó a encabezar el fallido alzamiento en Occidente en el pueblo matancero de Ibarra el 24 de febrero de 1895, por lo cual fue condenado a prisión.
Bartolomé Masó fue uno de los patriotas cubanos que desde la intervención y ocupación estadounidense en la Isla se opuso a los planes imperialistas de la Enmienda Platt desde la Asamblea Constituyente de 1901, a la que fue elegido, tribuna donde además prefiguró medio siglo de falsa república en la que alertó que solo existirían gobiernos sometidos a EE.UU si se aprobara la mencionada enmienda.
Representó un ejemplo cimero de la generación de figuras de la independencia, que a diferencia de los “generales y doctores” que garantizaron la dominación estadounidense utilizando su pasado independentista, se mantuvo hasta el último día de su vida fiel al legado ético y anti imperialista del Apóstol.
Por eso en sus funerales, en aquel lejano día de 1933, contrastaba que ante la hipócrita representación de politiqueros, sobresalía la presencia de gente de pueblo y veteranos ya resentidos por los años, con sus mejores prendas y ostentando con orgullo sus medallas de miembros del Ejército Libertador, quienes vinieron a darle el último adiós a aquel hijo de esclavos y "hermano mulato” de José Martí.
(Tomado de la ACN)